30 de marzo de 2023

Well, holy moly, me oh my, you're the apple of my eye -Tom Rosenthal-

Se suele decir que todos tenemos a un angelito sobre un hombro guiándonos por el buen camino y a un diablito en el otro guiándonos a hacer maldades. ¿Sí? Me los imagino a ambos tiernos y rechonchos, super moninos. El angelito con ricitos dorados enmarcando su graciosa carita de mejillas sonrosadas y el diablillo con piel roja, unos cuernitos negros la mar de monos y una colita acabada en punta.

Muchas veces en la vida he sido la moral y la conciencia de mis amigas. Tiendo a jugar ese papel, el de angelito. De hecho S a veces me llama diciendo que necesita su conciencia. 

La que las llevaba a casa borrachas y las metía en la cama.
La que estuvo sujetando de la mano a una para que no se fuera, en su borrachera, con un tío porque tenía novio. 
La que desaconseja locuras de todo tipo (financieras, emocionales...).
La que habla a las claras sobre los indeseables que se les arriman.
La que ayuda a controlar la ansiedad a la amiga patológicamente celosa porque el novio no coge el teléfono.
La que dice las cosas que nadie más se atreve a decir.
La que da la razón o apoya a la que ha decidido no ser madre, cuando todo el mundo trata de devolverla al redil.
La que escucha cuando una no sabe si quiere dejar al marido e irse a las Maldivas o está teniendo una crisis del copón...
La que apoya cuando están tomando una decisión que no saben a dónde las llevará pero es pontencialmente positiva...

La amiga de la protagonista en las pelis, ¿esa actriz secundaria graciosa y mona pero-no-demasiado para no eclipsar a la que ocupa el papel principal? Esa soy yo.

En mi vida, donde me toca ser prota y no actriz secundaria, me he dado cuenta no hace demasiado de que el papel de mejor amiga "angelito" no solo está vacante, si no que mis dos mejores amigas, son dos pequeños diablitos encarnados y nada de cositas rechonchas y graciosas, no. Son dos bichos preciosos y peligrosos. Una morena de ojos castaños, alta, de melena lisa y oscura. La otra con sus imposibles ojos aguamarina, su pelo ondulado de color cambiante y su cuerpo perfecto.

Me había creído en algunos momentos de bravado absoluto una malota... (ríe con incredulidad) pero estoy descubriendo que soy muy, muy naïve en comparación con las féminas que me rodean... y no solo ellas dos. No: la gente tiene unas vidas, unas historias, que me fascinan y enrojecen a partes iguales.

Hay todo un mundo que, sinceramente, desconocía. 

26 de marzo de 2023

The trust of the innocent is the liar's most useful tool -Stephen King-

Le expliqué a S determinado suceso semiextraño hace unos días.

Inmediatamente buscó a ver qué significaba y me transmitió el resultado: x cosa.
Ambiguo, obviamente. Los significados siempre lo son, claro.

Genial.

¿X cosa qué?
¿Que ya la tengo?
¿Que está por llegar?
¿Que ya se acerca?
¿Que debo buscarla?
¿¿Qué??

Hoy ha vuelto a suceder el mismo suceso semiextraño.
Sigo sin saber qué hacer con dicha señal.

Universo, necesito algo más... claro.

P o r f a v o r.

22 de marzo de 2023

I'm devastated at the idea of not having a person who adores me. I have so much of myself to pour into someone, I am begging to do so -Isabella Dorta-

Hi, my name is Isabella Dorta.
I'm 21 years old,
I live on an abandoned farm in the middle of absolutely nowhere
with three kittens and fifty two house plants.
I have a mum who is my best friend in the whole entire world,
and brother who is, well... my brother.
I have a few friends who I adore.

And I'm lonely.

I think I'm lonely the most at night times, at dusk,
when the world looks a little too soft at its edges
and you're not sure if you're still awake or dreaming,

when you find yourself wrapped around a pillow
that feels a little bit too human like
so you start your day a bit sadder than you would have hoped for.

I find myself lonely and 2pm in coffee shops writing poetry
when a couple walks in, arm in arm,
and he has already memorised her coffee order.

I found myself lonely at dinnertimes
when I'm cooking for one again
and I open another bottle of red wine
knowing that I won't be able to finish it alone before it goes bad.

Honestly I think I'm lonely all the time.

I'm devastated at the idea of not having a person who adores me.
I have so much of myself to pour into someone,
I am begging to do so.

I know a person shouldn't be your only source of hapiness
but the absence of someone seems to be my only reason for unhappiness.

So hi.
My name is Isabella Dorta.
I'm 21 years old,
I live on an abandoned farm in the middle of nowhere
with three kittens and fifty two house plants.
I have a mum who is my absolute bestfriend,
and brother who is my brother
and this is probably the weirdest dating profile any of you have ever read.

But I'm lonely
and I don't wanna be lonely anymore.


20 de marzo de 2023

Old must be left, new must be adopted, life must be celebrated - Anujj Elviis -

¿Leí? ¿Oí? ¿Vi? Con tanto formatos de redes sociales una ya no sabe de dónde ha sacado las cosas... en fin, lo mismo da: llegó a mí la idea de que no deberíamos hacer listas de propósitos en fin de año, porque el calendario es un convencionalismo social creado por los hombres, etc, etc, etc y estás estableciendo intenciones en un momento contra natura. Es decir, en pleno invierno -en estas latitudes- cuando el mundo está adormecido, pasando frío, descansando. 

Según quien lo decía (conforme escribo mi mente quiere recordar un hombre hablando, así debió de ser en tiktok) el momento adecuado para proponerte cosas, para hacer esas famosas listas y, mmm... ¿cómo llamarlo? ¿Crear esa energía? Es hoy: Ostara, el equinoccio de primavera. 

El día en que la naturaleza vuelve a la vida, renacen las flores, se reinician los ciclos naturales. 

Sé cómo sueno, lo sé, pero no me importa. Me pareció una idea preciosa y de algún modo coherente.
Lo cual no significa que esto tenga que ser coherente para nadie más pero a mí me lo parece. Así que hoy haré mi lista de cosas buenas que quiero para mí en este ¿ciclo? ¿año? Palabras... 

Y quiero, mi heathens friends, desearos un feliz equinoccio. 

Celebremos la vida, seguro que encontraréis algún modo bien pagano de hacerlo (guiño-guiño).


17 de marzo de 2023

Do you want to meet all my monsters? Think you're tough, I know they'll drive you bonkers -Neoni-

Una cosa que me enerva es no saber a qué responden mis conductas. Soy muy analítica, bastante racional (ya no del todo) pero el maldito monstruo me tiene en la cuerda floja, últimamente. 

Hoy tengo el día libre, en una conversación casual ayer -ni sé cómo llegamos ahí- surgió la idea de que hoy podía ir al gimnasio (mis horarios normalmente no lo permiten). He dormido muy poco (maternidad) pero aún así he ido. Lo he dado todo en la clase, me ha ido genial. Esta semana he ido cuatro de cinco días, todo un logro. Me duele todo el cuerpo y me siento satisfecha. Bien Ficti, ¿verdad? Pues aquí estoy con la duda. ¿He ido por que estoy comprometida conmigo misma en estar más sana, más ágil, más bla-bla-bla...? ¿O he ido porque estoy entrando en la compulsión?

¿Cómo sabes donde acaba la normalidad y comienza la patología?

Debo reconocer que desde la pausa para la curación del tattoo y las vacaciones de navidad estaba procrastinando gym nivel... Dios? Pero desde hace unas semanas he vuelto a entrar en la rueda con una facilidad pasmosa. Demasiado pasmosa. Debería estar contenta y lo estoy. Pero no puedo evitar la pregunta. ¿Soy yo o es él? Que el monstruo se retuerza de gozo en su pozo oscuro no me ayuda, claro. Él es feliz, por supuesto. Ronronea como un gato desde hace días. Lo que hago va en beneficio de lo que él quiere. 

Puede parecer una tontería, ¿para qué cuestionarlo? Goza la sensación y sigue adelante, ¿no? Pues no, porque esto no se cura, porque sé que siempre va a estar ahí rondando bajo mi piel y sé, por la cruda experiencia, que si no mantengo un ojo constante sobre su cabeza, el monstruo se escapa y hace de las suyas. Y la pequeña debacle del otro día gracias a la-niña-bonita-del-gym demuestra que esto no está tan sanado como pensaba. Además es muy difícil cuando la sociedad te premia por las cosas que él desea. No sé qué ha pasado, yo no aprecio cambios visibles recientes, pero de repente un montón de gente se ha dado cuenta de mi bajada de peso, y me preguntan, y me felicitan. Mi nueva yo no lo lleva muy bien. Mi filosofía I don't give a fuck dice que no nos deberían importar sus opiniones -ni buenas ni malas- pero me gusta, claro que me gusta que me lo digan y me encantan de un modo que sí sé es totalmente patológico, los elogios y las caras de asombro cuando pongo cifras al cambio físico. Niña mala, F, niña mala.

La única forma que se me ocurre de explicarlo a alguien sin esta tara es compararlo con una adicción. Supongo que todos entendemos que un exdrogadicto siempre lo será y que probablemente sentirá siempre tentación -recaerá o no según su grado de recuperación- ante una droga u otra. Pues bien, mi droga son esos elogios. Son las varias alabanzas de la profe de Pilates hoy en la clase ante todas las demás. Es la sonrisa de mis mejores amigas cuando les hablo del gimnasio (una va por salud, la otra por tara). Es la mezcla de asombro y orgullo en la cara de NB cuando me ha visto marcharme a pesar de llevar en pie desde las 5AM. La forma en que ha vuelto a mirarme. Es que los muslos me quemen y jurarle a todos los dioses que no puedo hacer una sentadilla más pero repetirme mi mantra, mirarme al espejo y hacer no una, si no tres o cuatro más. Es mirarme yo al espejo y verlo. Es subirme a la báscula y que el número cada vez sea menor. (¿porqué estoy llorando?). Es que la ropa del armario se haya quedado grande y la ropa nueva sea dos tallas inferior, que los pantalones que me compré en octubre salgan sin desabrochar. Es mi cuñado diciendo "¿has adelgazado un montón?" Es ver que partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que podían adelgazar lo han hecho. Es el placer por el dolor de las agujetas terribles que he tenido toda la semana por la clase de bodypump del jueves anterior. Es la molestia por no haber podido ir ayer a bodypump otra vez. Las conductas del TCA en sí son adictivas porque te dan control: contar calorías, saltarte comidas, someter a tu cuerpo a distintas cosas (hambre, dolor, cansancio)... 

Y no sé, NO SÉ si estoy haciendo las cosas muy bien o muy mal. 

Si dejo el pánico y la paranoia monstruil a un lado mi razón me dice que aunque al monstruo le guste no significa que esté mal. Que mis conductas no tienen porqué ser malas, si no se descontrolan. Si no empiezo a tirar de "trucos", si no empiezo a obsesionarme con ese número o esos comentarios ajenos. 

Me siento tentada de llamar a algunas puertas, a aquellas viejas amigas... comentar esto que me pasa y ellas sí podrían entender. Pero me da miedo porque no sé en qué situación se encuentran y, lo que podría ser el bálsamo de la compresión podría convertirse en una patada en el culo de vuelta a ese abismo. Así que seguiré como estoy, vigilando al monstruo y tratando de no dejar que se me suba a la cabeza. Intentar no dejarme seducir por su canto de sirena. 

¿Alguna tarada en la sala que entienda un poquito de lo que estoy hablando?

10 de marzo de 2023

Endorfinas en la mente, porque en el cuerpo ya os digo yo que no.

La primera clase de bodypump tras una temporada sin hacerlas es una faena.

En la clase lo vibro, repito mi mantra cuando decaigo, hago los ejercicios, la música me levanta el ánimo, bien.

Llego a la ducha con las piernas temblando como un flan y los brazos echos de goma en lugar de músculo y hueso. Llevarme la botella a los labios para beber se convierte en un ejercicio de coordinación similar a ensamblar una nave en la correspondiente compuerta de una estación espacial.

El camino de vestuario al coche es un interrogante directo de si llegaré sin caerme con mis piernas de chicle y la pregunta continua de cómo voy a conducir hasta casa.

Llegar al portal y enfrentar los 27 escalones que me separan de mi puerta es como escalar el Everest.

Los dos días siguientes son una comedia
dramática cada vez que intento hacer cosas como: levantarme o sentarme de una silla (del wc ni hablamos), subir pero sobre todo bajar las escaleras, reírme, toser o estornudar... vamos cualquier función básica del cuerpo humano, porque me duele todo. TODO. Piernas, brazos, espalda, glúteos, hasta las pestañas me duelen!

Quiero saber yo esas famosas endorfinas que genera el deporte dónde están. ¿Alguien lo sabe? Porque yo voy al gimnasio por cabezonería, no por nada más.


9 de marzo de 2023

Something in me wants more. I can't rest -Sylvia Plath-

Llevo unos días con una nubecita negra rondando sobre mi cabeza.

No acaba de descargar, pero no me deja en paz... he tratado de ignorarla un poquito pero no se va. 

(Si sigo ignorando a la vocecilla de ultratumba que susurra desde las profundidades que no es una nubecita y que no han sido unos días...)

He estado culpando a las hormonas ya que, desde que los ciclos se han regulado, mi SPM se ha vuelto un tanto radical, pero he mirado el calendario y aún no les toca entrar en escena. 

He pensado que quizá sea cierta resaca post monstruo-al-acecho. Pero sinceramente, no lo creo.

He terminado una trilogía sin opción a más... y eso siempre me deja con cierto bajón por la pérdida de los personajes ("Nyfain..." suspira), pero vamos, que tampoco le veo mucha causalidad.

Tengo una cantidad de trabajo desbordante, con reuniones desde que inicio jornada hasta que termino, terminando demasiado tarde (y/o no comiendo) de modo que se ve interferida mi vida personal y todo esto me tiene bastante revuelta. Carga de trabajo la que quieras, la soporto, pero no poder hacer mi vida... eso ya... pero no creo que este tema tenga el peso suficiente para invocar y mantener esa nube, como mucho, apoyarla. 

La verdad, es lo de siempre: soy yo. Yo conmigo misma.

Quizá debería ser más conformista. La gente conformista me parece más feliz o menos... ¿agobiada? ¿preocupada? No sé ni cuál es el adjetivo que busco. La cosa es que, quien puede resignarse a las cosas de la vida, en general, parece sufrir menos. 

"Es que no se puede..." ya... pero... no puedo evitar pensar... ¿Soy yo un maldito culo inquieto que no sabe resignarse y conformarse con lo que tiene o son los otros demasiado conformistas y no luchan para que podamos tener algo más?

Sé que en la vida querer no es poder. No, no lo es. Solo en algunas cosas funciona esa fórmula. Pero a veces no sabes si los demás no pueden o no quieren. 

Y esa duda... joder, esa duda. 

Mi nueva yo (en su modo más ser-de-luz posible) me dice con aire de revelación mariana que si no pueden, quizá es que no quieren, pero que está bien así, que debemos aceptarlo, aceptar a los demás como son y lo que pueden/quieren darnos... y, jo, que sí, que vale, que sé que eso es así y el resto son expectativas y una postura un tanto egoísta (y muy infantil), pero ¿qué hago con esto que me quema por dentro y me pide más? 

A medio día me he pegado una llorera totalmente injustificada e inoportuna en el coche. Por la tarde he ido a bodypump, al gimnasio, a ver si la famosa generación de endorfinas solucionaba parte de esta cosa tonta. Pero no. Aquí sigo, con mi nube encima de la cabeza, eso sí con el cuerpo dolorido (y anticipando que mañana y pasado no me voy a poder mover).


6 de marzo de 2023

Embracing the madness, my devils, they whisper in my ear -Neoni-

Una de las cosas malas de vivir en pueblo pequeño es que te encuentras gente que conoces allá donde vayas. Ya que tampoco hay tantos sitios a los que ir, básicamente. Eso sí, hay lugares más o menos incómodos para encontrarte conocidos.

Uno de los peores, si no el peor, es estar desnuda en el vestuario del gimnasio recién salida de la ducha (especialmente si andas muy metida en tu cabeza, tratando de lidiar con el monstruo que está tratando de escapar descargando todo su arsenal a propósito de que la-niña-guapa-de-la-clase-de-Pilates se la haya pasado enterita mirándote, directamente o a través del espejo) y oír un entusiasta "hola!" a tus espaldas. Al que, claro, debes responder y al girarte encontrarte a la profesora de tu hijo, recién salida de la ducha también, que procede a ponerse a tu lado y darte conversación mientras os vestís.

Lo dije hace años y lo mantengo: conversaciones con gente desnuda solo si estás en un lugar nudista, te encuentras en un contexto sexual, el médico o tienes mucha confianza con esa persona, por favor.

Ya han pasado unas horas, la lucha interna sigue. Sé que el monstruo es de esas cosas que recurrentemente perturbarán mi paz, pero no dejarle ganar es la clave. Diga lo que diga. Voy a dejarle hablar un rato, a ver si se deshincha y puedo volver a meterlo en la cajita donde lo guardo. Sé que pelear con él no siempre acaba en mi favor.

3 de marzo de 2023

Human beings never think for themselves; they find it too uncomfortable. For the most part, members of our species simply repeat what they are told - and become upset if they are exposed to any different view. Michael Crichton

La gente se aferra a la que cree que es y te dice que no puede cambiar como excusa para un montón de porquería. "yo soy así", es la mayor coraza de la estupidez y el egoísmo (hacia los demás, pero también hacia uno mismo). 

La gente puede cambiar, si quiere. Nunca cambiarán por ti, eso tienes que tenerlo claro, pero pueden cambiar.

¿Que requiere de un esfuerzo titánico? Sip.
¿Que vas a encontrar un montón de sapos verdes y arañas peludas en los rincones? Ya lo creo.
¿Que va a afectar mucho al modo en que ves al mundo, a ti mismo y a todos los que te rodean? Obvio.
¿Que igual no te gustas mucho en algunas fases del proceso y vas a tener que hacer las paces contigo mismo un billón de veces? Chi.

Hay muchas cosas que no te dicen cuando inicias este... "camino", básicamente porque nadie sabe en qué consiste el camino en sí. Oh, perdón, se me pasaba decirte que no, no hay un manual. Nadie sabe qué has vivido, qué cartas te han tocado. Puedes tener un amigo, un familiar, que hayan estado ahí desde el origen de los tiempos y conozca la historia, pero nadie sabe lo que tú has vivido, dentro. Nadie sabe qué heridas provocaste o te provocaron. Nadie sabe qué cicatrices tatúan el interior de tu piel, ni qué cargas en tu mochila. Y como nadie lo sabe y cada uno tenemos nuestras propias piedras con las que tropezar y sortear, no puede haber un manual (cualquier gurú de la vida que intente venderte uno es un fraude, eso también lo puedes anotar en tu libretita). 

Mi camino casi parece arqueología, a veces. Tengo una visión anticuada del asunto: creo que hay que ir al origen. No sirve, perdón, no me sirve, cambiar la conducta, intentar romper el patrón, si no sé qué me ha llevado a él, en qué momento se creó, cómo (a veces quién), qué conjunto de experiencias creó esa creencia concreta que intento modificar. Tengo que deconstruirla para después coger las piezas y hacer una cosa nueva. Lo otro, para mí, es simplemente cambiar la decoración cuando necesitas hacer una reforma completa.

Conforme desentierras cadáveres del jardín tienes que ir perdonando muchas cosas, a otros pero sobre todo a ti misma. Algunos muertos son especialmente terroríficos y, sencillamente, no puedes perdonar. No puedes. No eres un ángel reencarnado. Eres un simple ser humano. Tu bondad no es infinita (asumir eso... también tuvo su trabajo). Esas cosas (sapos y arañas mencionados anteriormente), son una verdadera prueba, en mi caso, la única opción sana y viable es aprender a vivir con ellas; otros hacen otras cosas. No las perdono, sé que están ahí, pero ya no maceran ni se pudren en un lugar oscuro. No lo permito. Esas cosas me han enseñado a quererme más, a decir "esta caquita sucedió, no puedo cambiarla, pero pasé por ello y me doy todo ese crédito, porque me lo merezco".

Otra cosa que he aprendido es que, a veces, un cadáver tiene que pasar un tiempo al sol. No queda otra. Hay cosas que encuentras, diseccionas y listo. Otras, mis queridos amigos, necesitan tiempo de procesado. Porque son como... no sé, lanzar una baraja al aire, dejar que las cartas vuelven y lo único que puedes hacer es esperar a ver cuáles caen boca arriba y cuáles boca abajo.  

Algo con lo que hay que ir con cuidado (yo tengo que ir con cuidado) es no ceder al ego. El mío tiene una idea recurrente: que quien no gestiona sus porquerías no lo hace por vagancia. Porque es más fácil vivir pensando "yo soy así" que meterte en la batalla encarnizada que supone removerte entera de dentro a fuera. Quizá es que en mi entorno hay muchas excusas de esas "siempre ha sido así", "las personas mayores tatata", "la pandemia nos ha cambiado"... no puedo evitar que una vocecita en mi interior diga "bullshit" cada vez que oigo esas cosas. Porque lo pienso: son estupideces. 

Pero luego, cuando cuento uno-dos-y-tres me recuerdo que cada uno vive su infierno particular (o su cielo azul e ideal) y que no soy nadie, n a d i e  para criticar, opinar o juzgar lo que cada uno hace con su vida. Entonces, me da pena, porque mucha gente es muy infeliz, pensando que no puede cambiar su circunstancia, cuando en realidad la mayoría de cosas que nos hunden en el barro, no tienen ninguna importancia y con solo un pequeñito ajuste de tu foco y tu perspectiva, las cosas pueden ser muy, muy diferentes.


1 de marzo de 2023

No tengo la responsabilidad de ser como los demás esperan que sea. Es su error, no mi defecto. - Richard P. Feynman

Una de las cosas que más he tenido que trabajarme es mi familia. Que somos disfuncionales llevo años diciéndolo. Cómo esa disfuncionalidad me afecta(ba?) era algo que había que analizar, procesar (por no decir abrir el pecho en canal y ver qué había ahí) y... gestionar. 

Un mantra que me fui replicando todo el año pasado era "son adultos que toman sus propias decisiones".

Muy obvio? No tanto cuando llevas toda tu vida sintiendo, creyendo, que debes ser quien les saque las castañas del fuego, quien arregle todos los problemas (en los que muchas veces se meten solos), quien haga-lo-que-sea por ellos. 
Encontrar el origen de esa insidiosa creencia requirió de mucho trabajito introspectivo. Pero lo encontré, me horroricé, lamí mis heridas, cuidé de mi niña interior y decidí que la forma de lidiar con ello era -repique de tambores- poner límites.
Spoiler: cuando le pones límites a alguien que no los ha tenido durante casi treinta años, no le gusta.

Una de las escenas que más se repiten en mi disfuncional familia es: uno de los dos hace algo, en ocasiones potencialmente desastroso para todos los demás, el otro se enfada y me calienta la oreja mientras dure el conflicto, es decir, hasta que yo lo resuelvo si es que puedo o pasa la marea, si es que no puedo. 

La casi hecatombe de principio de año siguió el patrón habitual.
El que casi la lio ofendido porque los otros dos tuviésemos la osadía de cuestionar sus actos.
El otro iracundo y completamente atacado de los nervios, amenazando con partir peras con el primero.
(al final el primero no obtuvo lo que quería y nadie salió herido en el proceso)
El segundo es de esas personas super gaseosa, que explota, ladra mucho pero no muerde. Y en la llamada de una hora diaria a la que me sometió durante una semana tuvo tiempo de ladrar mucho, mucho. En una de las últimas me dijo algo como "de esta ya no pasa, esta vez sí que las cosas van a cambiar" (guau, guau, guau), pero me hizo click algo y yo respondí "para la que van a cambiar las cosas a partir de ahora es para mí". Como buen perro ladrador, no escuchó para nada mi respuesta, siguió ladrando un rato y, cuando hubo vaciado su indignación, colgó el teléfono. 
Lo que ninguno de los dos saben es que las cosas han cambiado. Porque yo he cambiado. 

Y ahora, pasadas unas semanas, ambos vuelven a sus comportamientos habituales. 
El primero, como si no hubiera estado a punto de meternos a todos en un marrón y escudado en cierta dignidad ofendida por haber sido cuestionado (Perdonavidas mode). Aunque acabó pidiendo una especie de disculpa difusa al segundo, a mí no, obviamente.
El segundo, ya se ha olvidado de todo y ahora pretende que intentemos conseguirle al primero lo que quería pero de forma ordenada y me manda mensajes dando pena.

¿Yo? Viendo desde el patio de butacas cómo uno y otro son adultos y toman sus decisiones de cuyas consecuencias no me voy a volver a ocupar.