La gente se aferra a la que cree que es y te dice que no puede cambiar como excusa para un montón de porquería. "yo soy así", es la mayor coraza de la estupidez y el egoísmo (hacia los demás, pero también hacia uno mismo).
La gente puede cambiar, si quiere. Nunca cambiarán por ti, eso tienes que tenerlo claro, pero pueden cambiar.
¿Que requiere de un esfuerzo titánico? Sip.
¿Que vas a encontrar un montón de sapos verdes y arañas peludas en los rincones? Ya lo creo.
¿Que va a afectar mucho al modo en que ves al mundo, a ti mismo y a todos los que te rodean? Obvio.
¿Que igual no te gustas mucho en algunas fases del proceso y vas a tener que hacer las paces contigo mismo un billón de veces? Chi.
Hay muchas cosas que no te dicen cuando inicias este... "camino", básicamente porque nadie sabe en qué consiste el camino en sí. Oh, perdón, se me pasaba decirte que no, no hay un manual. Nadie sabe qué has vivido, qué cartas te han tocado. Puedes tener un amigo, un familiar, que hayan estado ahí desde el origen de los tiempos y conozca la historia, pero nadie sabe lo que tú has vivido, dentro. Nadie sabe qué heridas provocaste o te provocaron. Nadie sabe qué cicatrices tatúan el interior de tu piel, ni qué cargas en tu mochila. Y como nadie lo sabe y cada uno tenemos nuestras propias piedras con las que tropezar y sortear, no puede haber un manual (cualquier gurú de la vida que intente venderte uno es un fraude, eso también lo puedes anotar en tu libretita).
Mi camino casi parece arqueología, a veces. Tengo una visión anticuada del asunto: creo que hay que ir al origen. No sirve, perdón, no me sirve, cambiar la conducta, intentar romper el patrón, si no sé qué me ha llevado a él, en qué momento se creó, cómo (a veces quién), qué conjunto de experiencias creó esa creencia concreta que intento modificar. Tengo que deconstruirla para después coger las piezas y hacer una cosa nueva. Lo otro, para mí, es simplemente cambiar la decoración cuando necesitas hacer una reforma completa.
Conforme desentierras cadáveres del jardín tienes que ir perdonando muchas cosas, a otros pero sobre todo a ti misma. Algunos muertos son especialmente terroríficos y, sencillamente, no puedes perdonar. No puedes. No eres un ángel reencarnado. Eres un simple ser humano. Tu bondad no es infinita (asumir eso... también tuvo su trabajo). Esas cosas (sapos y arañas mencionados anteriormente), son una verdadera prueba, en mi caso, la única opción sana y viable es aprender a vivir con ellas; otros hacen otras cosas. No las perdono, sé que están ahí, pero ya no maceran ni se pudren en un lugar oscuro. No lo permito. Esas cosas me han enseñado a quererme más, a decir "esta caquita sucedió, no puedo cambiarla, pero pasé por ello y me doy todo ese crédito, porque me lo merezco".
Otra cosa que he aprendido es que, a veces, un cadáver tiene que pasar un tiempo al sol. No queda otra. Hay cosas que encuentras, diseccionas y listo. Otras, mis queridos amigos, necesitan tiempo de procesado. Porque son como... no sé, lanzar una baraja al aire, dejar que las cartas vuelven y lo único que puedes hacer es esperar a ver cuáles caen boca arriba y cuáles boca abajo.
Algo con lo que hay que ir con cuidado (yo tengo que ir con cuidado) es no ceder al ego. El mío tiene una idea recurrente: que quien no gestiona sus porquerías no lo hace por vagancia. Porque es más fácil vivir pensando "yo soy así" que meterte en la batalla encarnizada que supone removerte entera de dentro a fuera. Quizá es que en mi entorno hay muchas excusas de esas "siempre ha sido así", "las personas mayores tatata", "la pandemia nos ha cambiado"... no puedo evitar que una vocecita en mi interior diga "bullshit" cada vez que oigo esas cosas. Porque lo pienso: son estupideces.
Pero luego, cuando cuento uno-dos-y-tres me recuerdo que cada uno vive su infierno particular (o su cielo azul e ideal) y que no soy nadie, n a d i e para criticar, opinar o juzgar lo que cada uno hace con su vida. Entonces, me da pena, porque mucha gente es muy infeliz, pensando que no puede cambiar su circunstancia, cuando en realidad la mayoría de cosas que nos hunden en el barro, no tienen ninguna importancia y con solo un pequeñito ajuste de tu foco y tu perspectiva, las cosas pueden ser muy, muy diferentes.