30 de junio de 2015

Careful where you stand, my love, careful where you lay your head



¿Sabéis esa escena típica de cine en que el protagonista se tortura viendo un vídeo casero de un familiar muerto?
Venga va, es algo muy trillado en el cine. Niños adorables celebrando cumpleaños, madres modélicas jugando con sus hijos en la playa o el jardín, Papá grabando a la familia y de repente apareciendo en el plano cuando alguien le roba la cámara...
A mí, personalmente, lo del ser-querido-muerto me convierte en un espécimen definitorio del cinismo, por aquello de que me molesta de una forma indefinible con qué gratuidad se tratan ciertas cosas, pero bueno, es cine, buscan vender historias, conmover, qué le vamos a hacer.

La cuestión (que me voy de tema) es que cuando veo esas escenas pienso "afortunado él/ella" porque tienen un vídeo con el que fustigarse. Yo no lo tengo, nunca lo tuve y mi memoria selectiva e imperfecta cada vez olvida más de ella. Sé que si no fuera por las fotos, probablemente no recordaría ni su rostro, ya no hablemos de ella en movimiento ni de lo que más me duele: su voz.
Pues bien hay un vídeo, uno solo, donde podría ser que ella salga. Donde es probable que salga, incluso puede ser, existe una factible posibilidad de que se la pueda oír hablar. Llevo años (algo así como una decena) tratando de que la única persona que lo tiene me lo deje para copiarlo, para verlo, porque nunca lo he visto y esa persona haciendo un gran alarde de generosidad (nótese la ironía en mis palabras) siempre se negaba con alguna excusa barata y estúpida.

La cosa es que hoy, esta mañana, ese alguien (cuando la última vez que se lo dije, me respondió que ella no lo tenía, cuando yo SÉ que la única copia que existe la tiene ella, porque además he sondeado a toda la familia en busca de la dichosa cinta) me ha dicho que ha hecho una copia para mí y que pronto -esta semana, probablemente- me la dará.
Y ahora siento a mi agujero negro picarme en los bordes, ¿saldrá realmente en la grabación? ¿Podré verla? ¿Podré oírla? ¿Podré hacer como esos actores de cine y regodearme en la imagen animada?
¿Cómo la veo? ¿Me la guardo hasta estar sola? ¿Encierro al Niño Bonito en el estudio y le prohibo salir hasta que le llame "oiga lo que oiga"?
Un aluvión de preguntas me ha tomado y, conforme pasa el rato van a más.
Confieso que me muero de ganas pero también estoy francamente asustada.

28 de junio de 2015

La insoportable levedad del ser


Han organizado en la plaza frente a mi casa, bajo mi balcón -literalmente- un taller de poemas.
Suena una música que no puedo definir pero que resulta sumamente agradable, de vez en cuando la interrumpe una voz anónima leyendo un poema, de autor famoso o no, o esa voz que ya empiezo a conocer, la de la organizadora, animando a los que pasan por delante a que se acerquen a leer algo.
Podría resultar cansino, sí, pero una brisa deliciosa mece mis cortinas y acaricia mi piel.
Mientras yo trato de atesorar y a la vez sacudirme de encima la fascinación que me persigue desde ayer.
Anoche estuve en un observatorio (regalo sorpresa a NB). Allí me explicaron la vida de las estrellas, el lugar donde nacen y cómo lo hacen, la posición de todo en el sistema solar, cómo el sol devorará nuestra órbita en unos cinco millones de años más o menos, lo que significia que un planeta sea capaz de "limpiar su órbita", porqué Plutón ya no es un planeta, las constelaciones, porqué nuestro cielo está lleno de seres mitológicos y dioses, y otras cosas completamente desconocidas para mí como los cúmulos globulares donde miles de millones de estrellas se concentran sin que se sepa porqué. 
Pero no solo eso. Pude ver a Júpiter con dos de sus lunas, un trocito de Venus, un cúmulo globular (situado a nada más y nada menos que 286 millones de años luz de nosotros), una estrella binaria gigante roja y enana azul (con sus destellos de colores), a Saturno con una diminuta Titán orbitando a su derecha y, después, una imagen fascinante de la luna, la nuestra, que enardeció mi ya antiguo amor por ella. 
Pero, sobre todo, tengo que determinar qué hago con esa sensación de pequeñez, de diminutez, que me quedó pegada a las pestañas, enredada entre neuronas. Ese saber que soy algo más pequeño, muchísimo más, que el más diminuto microbio que habita nuestro planeta. Que lo que para mí es toda una vida, no es más que una insignificante fracción de tiempo allá afuera. 

26 de junio de 2015

Enajenatorium

O como nos la jugamos y nos sale bien.

Vi hace una semana en un blog que su dueña había estado en este atípico espectáculo y lo recomendaba, mucho, sin explicar qué era. 
La página web del susodicho (http://enajenatoriumhendricks.com) tampoco daba ninguna pista.
Pero me había picado el bichito de la curiosidad y allá que nos fuimos el NB y yo.

Y lo cierto es que nos ha agradado mucho mucho.

Enajenatorium un viaje interactivo hacia la enajenación, eso rezaba el cartel.
Seis actores, una escenografía inmejorable y una gran dosis de ilusionismo / mentalismo que hacen que una hora de tu vida parezcan veinte minutos.

No sé si nos enajenamos o no, pero disfrutar he disfrutado muchísimo con el Dr. H y sus secuaces.

Además, cuando acaba el espectáculo (al promocionarlo Hendricks) pasas a otra sala donde un habilidoso barman prepara unos deliciosos gin-tonics con pepino y, mientras lo disfrutas, quién sabe, quizá aparezca el Dr. H o alguno de sus ayudantes para seguir brindándote su "magia".



25 de junio de 2015

Deseo ser, por lo menos, un error en tu vida.


- Vamos cariño -dijo deslizando con suavidad sus dedos en los de ella- escandalicemos a los vecinos.
- ¿Otra vez?
- Sí -sonrisa maliciosa- otra vez... y las que hagan falta.

24 de junio de 2015

If you can't explain it simply, you don't understand it well enough.


El despertador me recuerda que tengo que levantarme.
La app donde registro mis periodos que estoy en "semana verde".
La app con la que hago ejercicio que no debo olvidarme de mi dosis diaria.
El duolingo que mi entrenador de francés me está esperando.
El calendario del gmail del trabajo me dice cosas varias: que pague a Pepito o Fulanito, que pase las guardias a la gestoría, que vence el plazo para presentar según qué cosa, que tengo una reunión a tal hora... 
Facebook me recuerda que hace mucho que no cotilleo la vida de mis conocidos o que hoy es el cumpleaños de este o aquel.
El coche, que en ocho días le toca la revisión.

¿Y quién me recuerda que sonría más? ¿Que sea un poquito feliz?

Listen to your body, talk to plants, ignore people.

A veces me dan arrebatos de estupidez profunda y recalcitrante.
Y, en vez de dar una respuesta prefabricada (de las que tengo a montones) de las que sé exactamente qué efecto producen, el que busco o el que menos me importuna, suelto una verdad como un pan.
Entonces me encuentro metida en una conversación de difícil salida, una en la que una persona "normal" (entendiendo ese término como un puro convencionalismo) trata de intentar entender el laberinto que suponen ciertas áreas de mi mente. Y, cuanto más trato yo de que se aleje de esa zona, pues sé lo agotador e infructífero que puede resultar tratar de explicarlo, más se quiere meter porque por un instante, en un descuido estúpido, se la he alumbrado con luces de neón y, claro, ya no puedo hacer ver que no existe.

21 de junio de 2015

Bailé con la muerte hasta el amanecer y allí lloré por lo dos.


Flora se encontraba en pleno ataque de nervios, cayendo en el delirio que la llevaría al hospital por tercera vez, pero aún mantenía la lucidez suficiente para reconocer a su padre y hablar con él en un lenguaje comprensible. En alguna parte había leído una serie de estadísticas por las que se calculaba la cantidad de gente en el mundo que nacía y moría cada segundo en un día cualquiera. Las magnitudes numéricas eran pasmosas, pero a Flora siempre se le habían dado bien las matemáticas, y enseguida extrapoló los datos de conjunto para formar grupos de diez: diez nacimientos cada cuarenta y un segundos, diez muertes cada cincuenta y ocho segundos (o lo que fuera). Ésa era la verdad de la vida, dijo a su padre mientras desayunaban aquella mañana, y con objeto de asimilar aquella verdad había decidido pasar el día sentada en la mecedora de su habitación, gritando regocijaos cada cuarenta y un segundos y afligíos cada cincuenta y ocho segundos para señalar la marcha de las diez personas que ya descansaban en paz y celebrar la llegada de los diez recién nacidos.
A Harry se le había desgarrado muchas veces el corazón, pero en aquel instante no era sino un montón de cenizas que le taponaban un agujero en el pecho. En su último día de libertad, pasó doce horas sentado en la cama viendo cómo su hija se balanceaba hacia atrás y hacia delante en la mecedora, gritando unas veces regocijaos y otras afligíos mientras seguía la trayectoria del segundero en la esfera del despertador de su mesilla de noche.
—¡Regocijaos! —gritaba—. Regocijaos por los diez que están naciendo, que nacerán, que han nacido cada cuarenta y un segundos. Regocijaos, pero no os detengáis. Regocijaos una y otra vez, porque al menos eso es seguro, al menos eso es cierto, y al menos eso está más allá de toda duda: ahora viven diez personas que antes no existían. ¡Regocijaos!
Y entonces, aferrándose firmemente a los brazos de la mecedora mientras aceleraba el ritmo del balanceo, miraba a su padre a los ojos y gritaba:
—¡Afligíos! Afligíos por los diez que han desaparecido. Afligíos por los diez que ya no viven, que han iniciado su viaje a lo desconocido. Afligíos infinitamente por los muertos. Afligíos por las personas que fueron buenas. Afligíos por las personas que fueron malas. Afligíos por los viejos que murieron con el cuerpo vencido. Afligíos por los jóvenes que fallecieron antes de tiempo. Afligíos por un mundo que permite que la muerte nos arranque de su seno. ¡Afligíos!

Brooklyn Follies -Paul Auster-

19 de junio de 2015

18 de junio de 2015

A veces el hombre tiene que ser muy grande para ver lo pequeño que es


Hoy ha sido uno de esos días de los que no me aguanto, porque quisiera ser capaz de dar con el puño en la mesa, de soltar según qué bufidos y alguna que otra perla, pero no puedo. No soy así.
No, no lo soy.
Mal me pese.
Que no, que no lo soy.
Y por eso volvía a casa macerándome, cociéndome en mi propia salsa.
Me acercaba al blog debatiéndome entre la vomitona-cual-niña-del-exorcista o la resignación/pataleta pura y dura.
Antes, claro, había que satisfacer a los abusones del día y ahí estaba yo, haciendo cosas, enviando mails... el azar ha querido que empezase a vaciar esa bandeja de correo que no vacío nunca y, abajo, abajo, abajo, voy y me encuentro con un correo de alguien que ya no está en mi vida, alguien que ni siquiera fue mi amigo. Un compañero de trabajo con quien tuve alguna conversación amena y algún intercambio musical, poco más. Pero que, no sé cómo, supo de mi interés interestelar (lo más probable es que en el desayuno en el bar coincidiéramos y en las noticias dijeran algo al respecto) y me envió un enlace a una noticia sobre el telescopio Plank (conste que hablo de 2010).

Y va y resulta que leo esto:
El disco principal de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es la línea brillante del centro de la imagen. Por encima y por debajo de ella surgen las llamativas lenguas de polvo cósmico frío, unas redes serpenteantes donde se están formando nuevas estrellas. (…) Menos espectacular quizás, pero más intrigante para los astrónomos es el fondo moteado, las ‘luces más antiguas’ del Universo. Esa radiación cósmica de fondo de microondas (CMBR por sus siglas en inglés) son restos de la bola de fuego que pudo ser el origen de la existencia hace más de 13 mil millones de años.

Y todo ha dejado de importar.
Todo eso que me roía las tripas hace apenas quince minutos.
Porque, a veces, alguien hace algo bonito (y aparentemente insignificante) por ti, sin interés alguno.
Y eso, queridos insensatos que fondeáis por aquí, es magia.
Y porque no somos nada.
Nada
de
nada.
Algo muy, muy pequeño en una fracción muy, muy, muy pequeña de esa cosa llamada tiempo.
Y eso, lejos de asustarme o desanimarme, me ha llenado de un extraño pero perfecto alivio.


Al que se plantee llamar a los de las batas blancas... chincha revincha que no tienes mi dirección.

17 de junio de 2015

Dora exploradora


Hay mañanas (cada vez más) en que, mientras mojo las galletas en el café y lucho contra mi ciclotímia, andando de puntillas por la ciénaga de mi mente, procurando no caer en ninguno de esos huecos que me perturbarían para todo el día... me entran unas imperiosas ganas de irme a andar.
Especialmente ahora que hace ese fresco indescriptible por las mañanas, ese que me acaricia la cara cuando me asomo al balcón como diciendo "Venga, ven, vamos tonta...".
Y, de repente, en lugar de ir esquivando agujeros pútridos, me encuentro pensando en la infantil idea de coger un mapa del pueblo e ir marcanco en él todas las calles que piso, es más, de crear mi propio mapa con esas notas que a nadie le interesarían lo más mínimo.
- Aquí (bola hecha a mano y no del todo redonda con rotulador rojo) es donde vi al gato rubio durmiendo dentro de un tiesto.
- Esta (calle pintada del mismo color), la que acaba en la guardería, es la calle perfumada por las florecitas blancas.
- Aquí (cruz) es donde, unos humanos amables -de esos que aún me gustan- construyeron el muro de su finca dejando un hueco para que creciera en medio un enorme árbol. Nota de la nota: averiguar qué especie es.
- (Camino de guioncitos con marca del tesoro al final) ochocientos cuarenta y seis -número aún indeterminado- pasos me separan de La Casa. Esa abandonada a long, long time ago, que me maravilló y horrorizó a partes iguales el día que la descubrí y que se ha convertido en objeto de mi deseo (más de una vez me descubro fantaseando con sus interiores ignotos, eliminando la fea reja que cubre su inmenso ventanal, arrancando hierbajos del megajardín...). 
- Aquí (triangulito casi equilátero) está la casita en el árbol.
- En esta (estrellita), junto a la escuela de música, vive el Dogo argentino que me dejó pasmada cuando lo descubrí trotando por el césped.
- Bajando por esta otra calle... Oh, aquí! (Mm... asterisco) está la casita de la bruja, esa del techo de tejas azules y brillantes y la fachada llena de baldositas de colores.
- Y, he aquí (corazón) el amor de mis amores, La Moderna, la que yo (arquitecta e interiorista frustrada) construiría... módulo color rojo teja encajado en módulo blanco mármol, cristalera vertical de doble altura, entrada de jardín de piedrecitas blancas bordeando olivo ya viejecito...


16 de junio de 2015

Next time you point a finger I might have to bend it back or break it, break it off

Últimamente recibo dos mensajitos de forma redundante, además contradictorios y de las mismas personas (maravilloso, eh?).
Por un lado están los sermoncitos. Mensajes según los cuales la persona o personas que te hablan, saben mejor que tú lo que es más adecuado para ti.
- Tienes que comerte toda la verdura, no puede ser que esa cantidad sea demasiada.
- Deberías maquillarte/vestirte/peinarte así o asá.
- Tendrías que decir/hacer esto o lo otro.
- (O el ya manoseado) Es que eres tan cerrada...

Luego están las adulaciones. Mensajes según los cuales soy alguna suerte de heroina súper inteligente que todo lo puede.
- Es que yo no sé/puedo.
- Oye, tú que sabes más de...
- Si no fuera por ti...

A los primeros les diría que ya soy mayorcita (ya hace muchos años que lo soy) como para saber: que medio kg de judía verde no es una cantidad óptima como primera plato en una cena y que, si mi estómago dice basta, lo mejor es decir basta. Que tengo el pelo endiabladamente rizado (y me encanta que lo sea) así que cosas como un flequillo o un alisado japonés no entran para nada en mis planes. Que mis ojos son como son y, por mucho que alguien se empeñe, la línea negra no me queda bien. Que determinadas prendas de ropa no encajan con mi fisionomía, se ponga como se ponga quien se ponga.
Que solo digo lo que creo que aporta algo o lo que creo que va a servir para algo, por lo que me da igual lo que otros crean que debería de salir de mi boca. Lo diré si lo creo oportuno, cuando lo crea oportuno y como lo crea oportuno.

A los segundos... que tengo muy claro que soy una persona de lo más normal, con más defectos y limitaciones que virtudes, así que, si yo sin ningún tipo de súper poder soy capaz de hacer determinadas cosas, todo aquello que otro me diga sobre el porqué yo sí y ella o él no, me suena a excusa barata de puro holgazán. No soy hiper inteligente, probablemente mi CI se encuentre en la franja baja de la media pues hay varias cosas para las que soy una auténtica negada, pero descubrí que poniendo atención uno puede aprender muchas cosas y que muchas veces lo único que se necesita es ser un poco lógico para resolver la mayoría de problemas. Así que, vamos, en vez de regalarme la oreja, que mejor se apliquen un poco el cuento.

14 de junio de 2015

Words have no power to impress the mind without the exquisite horror of their reality.

Hace días desperté con una palabra en la cabeza.
Ni un solo recuerdo de sueños, solo una palabra.
Y venga a darle vueltas.
¿Qué querrá decir?
Pero no llegaba el momento de consultarlo.
De terminar con la duda.
Y venga a buscarle similitudes.
En castellano, en catalán y en latín.
Al final me apareció en la mente en el momento óptimo.
Y esto encontré:

lupanar.
(Del lat. lupānar, -āris).
1. m. mancebía (‖ casa de prostitución).


Mejor no le buscaremos interpretaciones...

13 de junio de 2015

Ya llegará lo del cementerio y solo entonces lo mismo será que no serlo


Me reprochas (con humor, eso sí) la cantidad de palabras que empleo.
Son pocas, dices.
Y yo no sé cómo explicarte que lo que importa no son la cantidad si no la calidad.
Que a veces un "buenos días" significa muchas cosas.
Como por ejemplo... ya ves, tan temprano y yo pensando en ti, ¿cómo estás?, vamos háblame, no te hagas de rogar que te echo demasiado de menos.
O un "buen fin de semana" podría decir... pasa unos buenos días y cuídate, te estaré esperando.

12 de junio de 2015

Here is the world. Beautiful and terrible things will happen. Do not be affraid.



Hay días descolocados.
En los que incluso tu sitio en el mundo te expulsa.
Te regurgita, como si ya no encajaras en él.
Como si fueras una pieza furtiva en esta caja de puzzle.
Te enfadas y se enfadan contigo.
La tortilla se da la vuelta sola sin que sepas muy bien como.
Y podrías acabar en una guerra dialéctica sin fin.
El plan que ayer parecía ideal hoy parece haber sido la peor idea del mundo.

11 de junio de 2015

10 de junio de 2015

D'Oh (V)


Ese momento en que te inclinas hacia adelante para comentar unos documentos con tu jefe o un compañero de trabajo y, de repente, caes en la cuenta de que tu camiseta también se ha inclinado y que él, con solo levantar la vista un poco, podría verte hasta el ombligo.

9 de junio de 2015

When a man is wrapped up in himself he makes a pretty small package.


Una cosa que me da mucha rabia son las personas que te piden un favor y, una vez accedes, se dedican a reclamártelo periódicamente hasta que se lo has hecho.
Pogamos por ejemplo a mi tía. Esa con la que no me hablo.
Pongamos que yo sé hacer rentas y que mi padre me dice que se la debería de hacer.
Yo, a pesar de todo (y únicamente por él), accedo.
Recibo su documentación. La aviso de que voy mal de tiempo y tardaré algo en hacérsela.
Bien. No hay problema.
Pues ya me ha llamado dos veces. Aunque aún haya 21 días (no ni uno ni tres) de plazo para presentarla. Y claro, muérdete la lengua y las ganas de devolverle los papeles para que se busque otro que se la haga.

8 de junio de 2015

How long must you wait for it? How long must you pay for it?


Estoy aquí sentada en el suelo del comedor. En el hueco que forman la chaise longue y el sofá.
(Casi dos metros de sofá y yo en el suelo, sí).
Observando el vaivén de la cortina mecida por el aire que se cuela por la puerta un poquito abierta del balcón.
Por la misma abertura veo las copas de los árboles que se mueven levemente y me llegan voces de niños jugando. 
El Niño Bonito hace ruidos en la cocina (creo que hoy toca salmón).
A veces sale y deja algo en la mesa.
El sol va bajando y, aunque aún no necesito encender la luz, se va haciendo oscuro.
Hay nubecillas blancas desperdigadas aquí y allá.
La campana de la iglesia comienza a sonar. Me pregunto si lograré entender su pauta.
En este, a priori, relajante escenario me hallo sumida en un pequeño caos.
Trato de desentrañar este batiburrillo de tristeza que me sacude.
La desenredo esperando que, aireándola en hebras, la cosa mejore.
Hace un rato la estaba llorando (otra vez hablando de lo que no debo).
Me digo que ya hemos pasado por esto y ya deberíamos tener más que claro el camino.
(La resolución, las tácticas de guerrilla, la fórmula para el éxito y la posterior prevención).
Pero sé que es simple impaciencia, que estas cosas requieren de tiempo y de recaídas. 
De ojos de sapo, rodillas peladas, uñas de colores y canciones chilladas en el coche.
La teoría es útil y válida una vez aplicada. Pero no hemos mejorado en el tiempo de consecución. 

7 de junio de 2015

Silencio, que mis dedos corren entre tus dedos...


Y pensar que solo necesito de dos días contigo, de pasear por el pueblo de tu mano envueltos en el olor de esas florecillas blancas que no sé cómo se llaman y el zumbido de las abejas. Chafardeando casas y analizando terrenos, como si nos fuéramos a comprar o construir una. De pasar horas y horas acurrucados en el sofá devorando series y pelis, con tu cabeza apoyada en mi pierna. De observar cómo te afeitas mientras me pinto las uñas. De irme a dormir contigo y despertar a tu lado...
Para que se me curen todos los males.

6 de junio de 2015

And in real life endings aren't always neat, whether they're happyendings, or whether they're sad endings.


Todo aquel al que he querido (y quiero) en algún momento me ha causado dolor.
Y eso se debe a mi causa.
El camino a mi corazón no es sencillo, aprendí que hay que guardarlo a buen recaudo.
Pero cuando alguien llega hasta allí se lo entrego sin reservas. 
Les dejo indagar en los armarios y cajones y coger lo que quieran de ellos.
No me permito muchas emociones relacionadas con otros, pero las que tengo son intensas.
Si te quiero (familia, amigo, pareja) te quiero con todo, te doy todo mi amor.
Lo malo es cuando alguno de ellos se va (y va abarca un amplio espectro de posibilidades) o me decepciona profundamente. 
Si el camino para llegar es difícil para quien lo pretende, el camino de regreso es terrible para mí.

5 de junio de 2015

Friendship marks a life even more deeply than love.



Hay cosas de las que es mejor no hablar, porque si las hablas metes el dedo (por no decir el puño entero y el brazo hasta el codo) en una herida que aún está abierta, roja y palpitante.
Y, sin que sepas cómo, puedes encontrate de repente llorando a lágrima viva. 
Derramando toda esa agua salada que te habías prohibido derramar.
Porque querías conceptualizar esto, entenderlo, para así dejarlo atrás. 
Para no permitir que se sumase a la lista de fracasos que llevas en tu mochila.
Y porque sabes que llorar no sirve de nada, que a veces lo que queda es la resignación. 
Que puedes alargar los brazos, las manos y los dedos hasta el punto de la casi luxación pero, si aún así, algo está fuera de tu alcance... 
Aunque, cuando has invertido mucho en ello, cuesta horrores aceptarlo. 
Entonces duele, claro que sí, pero llorar no soluciona problemas.
Entender las cosas, lograr que las piezas encajen. Eso sí sirve.

3 de junio de 2015

No memory is ever alone; it's at the end of a trail of memories, a dozen trails that each have their own associations.


Pienso que ha llegado otro aniversario, uno de los no-muy-bonitos. Otro recordatorio de la arbitrariedad de la vida.
Me doy una colleja mental porque, en este caso, supuso un triunfo. Ya hace dos años de la carta fatídica. El monstruo más malo de los malos vino a verme, se había instalado en mí y, con no poca ayuda, lo sacamos de mi cuerpo cual exorcismo cirujano. 
Después me da por pensar en lo rememorante que estoy. 
En la conversación con el Niño Bonito, que empezó hablando de las cosas malas que pasaron el año pasado entorno a la enfermedad de mi padre, y acabó reviviendo la marcha del pequeño H (abrir esa caja me llevó a soñar con él, además). 
Y me pregunto de dónde me ha salido este complejo de abuelita. 
De mirar el calendario y echar la vista atrás a ver qué sucedió. Bueno o malo (al menos eso me lo concedo). 
Creo, pienso, que somos lo que hemos vivido. Que el conjunto de cosas que nos suceden a lo largo de nuestra biografía nos van configurando, moldeando, haciendo así o asá. Blanditos, con aristas, de lágrima fácil, bloquecitos de hielo... y por eso me parece importante saber de dónde venimos y por dónde hemos pasado para llegar hasta aquí. 
Pero este ejercicio de memoria que me ha dado por hacer últimamente... quizá, mirar más hacia atrás, sea otro signo de que estoy creciendo (aún soy demasiado joven para decir haciéndome mayor).

2 de junio de 2015

I'm up in the woods I'm down on my mind, I'm building a still to slow down the time


A veces amanecer con un nubarrón entre ceja y ceja va bien.
No porque estar nublada siente bien, no.
Si no porque eso puede derivar en un autocabreo monumental.
Te encuentras de repente hablando sola en el habitáculo solo ocupado por ti del coche.
"Esta espiral negativa que te asalta por las mañanas es autodestructiva".
Y, aunque puedas parecer un poco loca, hablándote como si fueras otra.
En realidad te dices cuatro cosas que llevabas tiempo teniendo que decirte.
Un toque de atención necesario.
Porque últimamente no sabes dónde tienes la cabeza.
O de dónde ha salido toda esta porquería que te echas encima.
Todo este autosabotaje.
Así que te sueltas cuatro frescas.
Y eso te empuja a un monólogo que nada tiene que envidiar al mejor psicoanálisis.
Pero que te deja con la sensación de que hacía mucho que no te eras tan sincera.
Y te deja un par de respuestas de lo más reveladoras.
Es como un parto, duelen y rasgan al salir.
Pero el resultado es precioso.



1 de junio de 2015

If I loved you less, I might be able to talk about it more.

 
Que no, que no se me ocurre un plan mejor para una tarde de domingo que pasarla retozando en la cama contigo.
Jugueteando con tu pelo, dibujando tu oreja con mis dedos.
Mientras me hablas de algo. De lo que sea.
Tu video juego, la película que viste ayer, la última historia de tus compañeros de trabajo...
Supongo que eso será que te quiero.