31 de diciembre de 2011


Y con mi variabilidad habitual paso de la depresión profunda de ayer a la semi euforia que me recorre hoy.
Aunque odio la navidad me gusta fin de año.
Es un reducto absurdo e infantil de una yo anterior -llevo tantas aniquiladas...- pero es una noche de cambio. Una tonta sensación de posibilidad. Decir "un año nuevo" como si el cambio de calendario pudiera acarrear cambios más transcendetales en tu vida. Como si realmente pudieras, por una vez, cerrar tus heridas, recoger las partes de ti que aún quedan con vida, tomar las riendas, ser lo que quieres, hacer lo que deseas, decir lo que piensas, amar como quisieras...

Mañana todo será igual, pero hoy aún parece mágico.

Feliz año, a quien pueda interesar.

30 de diciembre de 2011


Y un pequeño error lo trae todo de nuevo a tu mente...
Y el blog de otro te hace recordar aquella canción de Amelie...
Y bebes vino porque quieres olvidar pero lo único que haces es emborracharte con una copa -qué ridiculez- y recordar, cada vez más y lloras.
Lloras como hacía años que no te permitías hacerlo. Porque, a su lado, acabaste hastiada de llorar y te lo prohibiste.
Lloras por lo que nunca fue.
Por aquella que tú sí eras antes de que él se cruzara en tu vida.
Y lloras porque en sus brazos fuiste feliz como nunca fuiste ni volverás a ser.
Lloras porque desearías que las heridas del corazón fueran tan fáciles de curar como las físicas. Que no quedase más que una pequeña marca blanca en la piel que con los años ni siquiera percibes.
Y porque le diste tu alma. Porque eras muy joven y creiste en él. Pero lo único que él hizo fue utilizar tus sueños y tu joven amor para tenerte durante un tiempo. Y, aunque él siempre dirá que te amó más que a nada y te perdió por no saber cuidarte, la verdad es que te maltrató de todas las formas que pudo hasta destruir la inocencia que había en ti.
Porque confiaste ciegamente en él y te destrozó.
Lloras porque sabes que jamás volverás a querer así, porque tú ya no eres la misma, ya no crees en ese tipo de amor, todo se ha vuelto irreal, una treta de los hombres para llevar a las mujeres a la cama y de los productores de cine para vender películas.
Lloras porque no es justo para el que está a tu lado que tú ya no creas en el "para siempre" que vivas vuestro amor como algo que todavía no ha terminado pero que puede hacerlo en cualquier instante.
Porque cada vez que ves un momento romántico en una película u oyes algo realmente bello en una canción sea él quien acude a tu mente.
Porque echas de menos a aquella niña inocente enamorada del amor que eras.
Porque todo se ha vuelto más frío y cínico para ti. Y porque eso es muy amargo.
 
Inicio la inocente -ilusa de mí- tarea de limpiar carpetas de correo electrónico.
Entre reservas de viajes añejos, cursillos y cadenas con fotos de gatitos aparecen dos correos de ÉL.

Uno en el que afirma querer pero no poder seguir conmigo -en ese momento ha iniciado una relación con otra mujer-, estar volviéndose loco por nuestra relación y no saber ya si pegarse un tiro. Necesitar alejarse de mí porque a veces quisiera matarme, porque nos hemos hecho ya demasiado daño el uno al otro. Porque ya no puede amarme aunque aún me quiere en su vida, por eso no puede dejarme ir, pero tampoco puede ser mi amigo y esto está acabando con su salud y su cordura.

Otro en el que suplica mi vuelta, afirma amarme con toda su alma, necesitar mis ojos, mis brazos, mi boca y mi cuerpo. No quiere vivir sin mí -a pesar de la otra- y está enloqueciendo de angustia ante la posibilidad de que yo deje de amarle, de que mi despecho me lleve a brazos de otro hombre. Desea hacerme su mujer, sentirme suya y cumplir todas aquellas promesas que nos hicimos cuando aún éramos felices juntos.

Hay un día de diferencia entre ellos. Creo que nada ejemplifica mejor lo destructivo de nuestra relación.

Son las 3 de la mañana y mientras leo blogs de hombres que me llevarían por el mal y tan deseable camino de la vida, me pregunto "¿qué hago aquí?"

Mi imaginación está realmente inquieta estas últimas semanas. Alguna de mis muchas yos se ha entretenido en subir al desván y rescatar recuerdos que tenía cuidadosamente enterrados.
No satisfecha con reflotarlos, se dedica a colarlos en mi mente consciente cuando menos lo espero. Retales de mi vida pasada afloran a mi consciencia en medio de tareas cotidianas.
Ideaciones y fantasías varias sobre lo que podría haber sido y no fue me alejan de la realidad.

Además, ciertos hombres menos pasados han decidido volver por Navidad.
Es la historia de mi vida: todos pasan de largo (excepto él, por ahora) y, en ciertas fechas reaparecen para dar unas señales de vida que yo ya no necesito y que, para mi desgracia, despiertan recuerdos y deseos que creía olvidados.

24 de diciembre de 2011



Y llegarán las facturas por pagar.Los números rojos.
Los meses a base de arroz.
La elección: perro, gato o periquito.
Los coches en el garaje.
Los eventos familiares.
Los niños, con las noches sin dormir, consumiendo nuestra paciencia.
Los años y la rutina.
Mis arrugas y tu barriga.

Pero siempre habrá ese momento en que nuestras miradas coincidan y una sonrisa aflore a nuestros labios, sin saber porqué.

23 de diciembre de 2011

 
Y esperar tus palabras, que nunca llegan.
Y ya no saber, a veces, si hablo de ti, o de él.

15 de diciembre de 2011

 
Es curioso.
Tengo dos blogs. Este y otro.
El otro sería más peligroso porque en él declaro abiertamente padecer un transtorno que podría considerarse grave.
En este sólo hay divagaciones varias.

Él sabe que el otro existe, pero este no.

6 de diciembre de 2011

Llamadas diurnas II



- ¿Sí?
- Hola, princesa -es esa melosa voz que preferiría no reconocer. Suspira.
- Hola.
- Creo que ya es hora de que vuelvas, he aprendido la lección -afirma con resolución.
- Puede que unos días o unas semanas a lo sumo sean una lección, pero seis años son una ruptura. ¿Porqué siempre llamas para decirme estas tonterías?
- Porque pienso en ti. No voy a decir que no vivo sin ti ni nada por el estilo, sé que eso ya no te gusta, pero no pasa un solo día sin que tú aparezcas en mi mente. No puedo decirte las cosas que te decía porque ya no crees en ellas así que te digo tonterías. Por eso y para intentar hacerte reír.
- ¿Ahora quieres hacerme reír?
- Sí, ahora te diría que siempre quise hacerlo aunque supongo que entonces colgarías el teléfono...
- Efectivamente.
- Pero no puedes colgar porque no te lo he dicho -casi puede oír su sonrisa en su voz- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- ¿No la harás de todos modos?- ríe ella.
- Sí, pero preguntándotelo te obligo a responderme.
- Dime...
- Tú... ¿piensas en mí? Y, por favor -añade rápidamente- no seas cruel...
Ella inspira profundamente debatiéndose, conociéndole y sabiendo que él, estos días, andará de puntillas al borde de la depresión. Sabiendo que solo la llama cuando realmente ve el abismo muy de cerca.
- Sí -murmura.
- ¿Cómo? Casi no te he oído.
- Que sí -repite, mirando hacia otro lado como si pudiera verla.
- ¿Y es un pensamiento positivo en plan que feliz fuimos juntos o negativo en plan cerdo-asqueroso-quisiera-matarle?
- Esas son dos preguntas y usted, caballero, ha cubierto el cupo de esta llamada.
- Puedo colgar y volver a llamar...
- Ni se te ocurra.
- Está bien, ya he abusado mucho de tu caridad por hoy. Te...
- Si lo dices -le corta- no volveré a cogerte el teléfono.
- De acuerdo- ríe él- Hasta pronto.
- Adiós.