31 de enero de 2013

Allow me to introduce my selves...

Querida F,
Soy yo, tu conciencia, "la racional" como me llamas, dado que últimamente pasas de mí completamente me he decidido a escribirte esta carta, a ver si así... y es que tengo una pregunta: ¿qué narices estás haciendo?
Me gustaría que me lo explicaras ya que, claro, estás descontrolada, vas haciendo lo que te rota, dejándote llevar por ese estúpido corazón con el que convivimos, pasándotelo en grande, hasta que de repente te entra el pánico y vuelves corriendo a mis faldas para que yo lo arregle, pero dime guapita, ¿cómo lo voy a arreglar si no paras de echar leña al fuego?
Esas películas, esas canciones (porqué has vuelto a escucharlas?) esos mails, conversaciones... poesía!... esas... cosas... ¿Cómo esperas que yo lo apague si no dejas de alimentarlo?
Y claro, haces pucheros y me dices que es que te gusta, que hacía mucho que no te sentías así y que, en realidad no estás haciendo nada malo. Pero estás obviando ahí, adrede, el matiz. No, no haces nada malo, para los demás. No hay nada reprochable en tu comportamiento, de acuerdo, pero ¿y para nosotras? Has vuelto a llorar y eso es inaceptable. Si me despisto sueñas despierta todo el día...
¿Realmente te crees eso que te ha dado por pensar de que existe un equilibrio posible?
No lo hay. Esto no es una democracia. O vives bajo mi dictadura o te rindes a la anarquía de la otra. Pero andar con un pie en cada régimen es imposible. Tú decides.

Atentamente. Tu razón.



Hola bonita,
sé que la otra te ha escrito para intentar devolverte al camino "correcto". Ignórala.
Sabes que es una aburrida y una reprimida. Sí, me dirás que la vida con ella es más tranquila, pero también nos aburre hasta el extremo (creo que incluso a ella, pero se moriría antes de reconocerlo).
No niego que la necesitemos un poquito, su capacidad organizativa es muy útil y cuando quiere es un coco. Pero su plan de actuación es demasiado estricto, ¿no crees?
No estoy haciendo nada malo, sólo te llevo a experimentar sensaciones, emociones que creías olvidadas, que pensaste que ya no podías tener... todo en un plano teórico (yo también he aprendido algo, aunque no os lo creáis y no tengo pensado pasar a la acción), y dime, cariño, ¿no es eso divertido? ¿No te sientes más viva? ¿Cuánto hacía que no estabas tan ilusionada? ¿Y creativa? Llevabas años sin dibujar!
¿Porqué habías abandonado tanto ese otro punto de vista de la vida? ¿Y tu romanticismo empedernido? Todo eso que eres y habías rechazado te lo quitaba ella, bajo el argumento de la seguridad y la precaución te hace reprimirme, como si solo con ella pudieras ser feliz.
Siempre has sido, y serás, más mía que suya y eso es lo que le da rabia, tiene miedo de perderte. Al fin y al cabo nunca ha conseguido librarse del todo de mí y eso es porque tú no quieres.
No sufras, haremos algo para entretenerla, que crea que seguimos bajo su mando, para que se relaje un poco y nos deje tranquilas.

Con cariño, tu corazón.




30 de enero de 2013

Pasar por idiota a los ojos de un imbécil es un deleite de exquisito buen gusto.

Pensamientos, ideas o anécdotas que no merecen un post por sí mismas.

> Tragedia es levantarse y que no haya café.
>  Es maravilloso olvidarte de que tienes algo de ropa que te queda divino puesto y de repente un día encontrártelo en el armario (es como el dinero en los bolsillos del abrigo, más o menos).
>  Soy TAN payasa cuando estoy a solas...
>  A veces me daría una colleja cuando escribo según qué barbaridad (en cuanto a contenido u ortografía).
>  Hoy iba una chica en el autobús que olía a golosina, a esas nubes rosas y blancas, en serio ella y dos metros a su alrededor. Me han dado ganas de morderla.
>  Creo que gran parte del problema es que, cada cierto tiempo, me aburro de mí misma.
>  Cuando algo me gusta me vuelvo obsesiva, a veces hasta puntos que me llegan a preocupar. Ojalá pudiera volcar esa obsesión en cosas más productivas. Igual me pasa con la música, si escucho una canción tres veces me la aprendo, si pudiera memorizarlo todo con tanta facilidad tendría tres carreras y hablaría veinte idiomas.
>  Me gusta, demasiado, estar sola. A veces me molesta todo el mundo.
>  Tengo dos malas costumbres que harán que un día me parta la crisma en las escaleras de casa: ir descalza, sólo con los calcetines, porque resbalo, o bajar, además, a menudo, quitándome el jersey o la camiseta (para meterme en la ducha o cambiarme de ropa, no es que me vaya el nudismo) con lo cual no veo dónde piso.
>  Hay ciertas sensaciones que me gusta provocarme que sé que son insanas y, a veces me preocupa que se me vaya de las manos. Aunque por ahora mi monstruo y yo nos llevamos bien y nunca ha pasado.
>  Tengo un amigo que nunca pasa un semáforo en rojo si hay niños esperando para cruzar -de hecho me agarraba y me retenía si yo no me daba cuenta- y ahora me siento culpable si lo hago.
>  Hoy también, en el otro autobús, he visto a un niño con su madre. Uno de esos momentos súper bonitos en que el niño la abraza sin más y ella lo envuelve con sus brazos y le besa la cabeza. Me han partido el alma.
>  Ponerse falda el día más frío del invierno no es una gran idea, por mucho leggin que lleves debajo.
>  Adoro bailar. Necesito YA una noche de chicas, con o sin novios, pero necesito salir una noche no sólo a cenar. La desinhibición que me proporciona la música.
>  Soy totalmente incapaz de cuidar una planta, todas sin excepción mueren en mi manos. Tengo un aloe que está agonizando. Ni siquiera me sobreviven los cactus... yo no sé porqué la gente se empeña en seguir regalándomelas si es como mandarlas al corredor de la muerte.
>  Odio despertarme y no saber qué día es.
>  Me encantan mis compañeros de I+D. Son súper inteligentes y crean cosas. Me fascina alguien capaz de inventar y mejorar algo. Además son adorables, de esa gente que sabe mucho y le gusta explicarlo, haciendo el esfuerzo, encima, de intentar que yo lo entienda y muy inquietos, les hables de lo que les hables, se interesan. El otro día me encontré a uno trasteando con una máquina que a mí me parecía una mezcla de nevera y horno -no iba muy desencaminada- me asomé y se entretuvo en explicarme qué hacía la máquina y para qué la usaba... Son cerebritos, me recuerdan a Leonard de TBBT, bajitos, tímidos, con gafas y tan adorables como él.
> Cualquier día llegaré tarde al trabajo por entretenerme demasiado, por las mañanas, con blogger o con el mail.

29 de enero de 2013

Even if it doesn't seem quite right you were meant for me much more than anyone I met before

A veces se cruza alguien en tu vida y, sin quererlo ni saberlo, la trastoca.
Quizá es el peor momento o simplemente no es el momento adecuado.
O no eres ya la persona adecuada.
Pero... esa persona pasa, a veces sólo un instante, a veces más, hay pocas por suerte y por desgracia, que son capaces de remover tu interior de un modo que creías olvidado. Un hombre, para qué negarlo... que parece que, en un mundo ideal al que tú ya no perteneces, hubiera sido hecho para ti.
Ese hombre con su... ternura, autoritarismo, melancolía, madurez, tristeza perenne y sus esfuerzos por mantenerla a ralla de algún modo.
Y te dices a ti misma que no es más que la novedad, que sólo es una idea, algo que tú has compuesto a partir de lo que otro te quiere mostrar... y sabes que es así. Pero eso no sirve para acallar del todo a esa... parte de ti. La que sueña con él, aunque eso no esté del todo bien. Y sabes también que esas ideas nunca te han llevado por el buen camino y aún menos ahora. Que bajo ningún concepto debes darle rienda suelta...
Pero aún así la alimentas... porque a pesar del caos que puede desatar -y que desata- te hace sentir viva... y a veces no sabes si eres tú con tus fantasías o él con sus palabras quien realmente le da alas...
Y no tienes miedo porque en el fondo todo está bajo control y eso es maravilloso.
Pero aún así... ves esas películas, te identificas tanto con esos personajes que hablan precisamente de ese miedo que últimamente te acecha... y lo sientes crecer al ver al personaje describir exactamente eso que tanto te atemoriza. Y no puedes evitar pensar en lo mucho que desearías poder pasar así, una noche o unas horas, paseando por una ciudad Europea -o española para el caso- con él, manteniendo esas conversaciones y sí, besándole por una vez.

27 de enero de 2013

Besar es un vicio

























Mi primer beso... tenía... catorce? Fue en Burgos, donde veraneaba con mi tía.
Se llamaba Alex, era moreno y súper gracioso. Mayor que yo dos o tres años.
Estábamos sentados en la parte de encima de un banco, charlando y de repente me besó.
Recuerdo aquellos labios suaves, blanditos. Puedo rememorarlo con todo detalle. Cómo me sentí cuando su lengua rozó la mía... Fue tan tierno...

Otros besos memorables son los primeros que me di con cada uno de mis novios:

L. Tenía dieciseis años yo, diecisiete él. Íbamos juntos al instituto. A la hora del recreo salimos a la calle a pasear porque "quería hablar conmigo" y, cuando nos alejamos un poco de la masa de adolescentes me dijo si quería salir con él, literalmente "quieres ser mi novia?". Le dije que sí y nos cogimos de la mano.
Fuimos al sitio donde íbamos todos a desayunar. Recuerdo que estábamos de pie, él apoyado en algo, creo que un billar o un futbolín y yo entre sus brazos, de cara a él. Rodeaba mi cintura y yo tenía las manos apoyadas en su pecho. No era mucho más alto que yo pero era muy grande, hacía dos de mí tenía una espalda anchísima y era gordito. Me encantaba que me abrazara, era como... un oso. Tenía los labios muy carnosos y llevaba perilla. Era moreno y tenía los ojos verdes un poco más claros que yo. De repente nos quedamos callados, mirándonos y nos besamos. Algo muy inocente. Recuerdo sobretodo cómo sonreíamos los dos después. Nadie sabía nada de nuestro coqueteo y hubo más de una exclamación.
Bendita juventud, estoy riendo a carcajadas.

R... ay, R...
Estábamos en su habitación de aquel hotel en el que se alojaba siempre que venía a Barcelona. Habíamos quedado para hablar porque llevábamos como dos semanas debatiéndonos. Yo tenía diecisiete, él... muchos más. Nos atraíamos mucho, por no decir que estábamos ya enamorados, yo no quería, demasiada distancia, pero él sí quería, nada importaba... dado el tema, nos había parecido bien vernos "en privado" ilusa...
En algún momento de la conversación me levanté y me acerqué a la ventana, rehuyendo su mirada, luchando más contra mí misma que contra sus argumentos. Se acercó a mí, por la espalda. Apartó mi pelo a un lado con suavidad y me besó el cuello, justo detrás de la oreja, en aquel punto donde tantas veces me besaría después. Dije su nombre como quejándome, sin ya fuerza o voluntad. Siempre tuvo ese poder de desarmarme con sólo tocarme. Me giró en sus brazos. Era alto, un metro ochenta y cinco y fuerte, tenía el cuerpo súper definido pues se cuidaba mucho. Moreno con la piel oscura del sur y los ojos azules más increíbles que haya visto nunca, del color del mar. Tenía los labios finos y unas manos enormes. Hizo "Sshhh", besó mi mejilla muy cerca de mi boca y yo busqué la suya. Hubo más que labios y acabamos en la cama.

Él. Estábamos en casa del hermano de una amiga con otras dos chicas. Habíamos salido a celebrar su cumpleaños -el de él- y en principio no dormía con nosotras, pero vino. Sólo había dos camas y éramos cuatro así que me tocó dormir con él. Llevábamos meses tonteando sin concretar nada. Nos metimos en la cama. Poco a poco, no sé, nos abrazamos y pasamos así hechos un revoltijo de piernas y brazos horas, hablando! En serio. Yo llevaba un camisón rojo cortito -se suponía que él no iba a venir- y se me subía por la pierna, me acuerdo que él pasaba los dedos por mi muslo cogía el extremo de la tela y lo bajaba como queriendo taparme. Qué tonto. Nunca me había lanzado pero me desesperó hasta tal punto que al final le besé. Fue un beso suave, apenas un roce de labios y me separé. Me miró y volvió a besarme, tumbándome y poniéndose sobre mí. No pasó nada más, sólo estuvimos allí besuqueándonos, teníamos compañía. Aluciné porque siempre ha besado muy bien. Tiene unos labios preciosos que siempre me han vuelto loca, las manos pequeñas. Es moreno, tiene los ojos marrones, la piel blanquita y un cuerpo de infarto, ahora mejor que entonces. Debido a su trabajo tiene los brazos muy fuertes y recuerdo que estuve mucho tiempo acariciándolos, deleitándome con sus biceps.

He besado a más hombres, pero si tengo que elegir uno sólo uno como el mejor de todos, sin duda alguna fue Raul. Raul era... precioso, andábamos todas locas por él. Un chico muy alto y muy delgado, de piel clara, castaño con los ojos claros, verdes. Tenía una voz muy suave.
Fue un rollo de discoteca de una tarde con 16 años, antes de conocer a L. Lo más tonto e insulso como experiencia vital, pero... Dios qué forma de besar!

26 de enero de 2013

Ten cuidado con los sueños: son la sirena de las almas. Ella canta. Nosllama. La seguimos y jamás retornamos.

(...)
Él- Esas cosas pasan, a veces simplemente se acaba el amor, es algo que también nos podría pasar a ti y a mí, nunca se sabe.
F- ¿Crees que estaríamos así, cenando juntos, que quedaríamos para ir al cine?
Él- Depende de cómo terminara la relación, si fuera civilizado, porque ya no nos queremos, sin traiciones ni mala leche... sí, ¿tú no?
F- Hombre, tenemos muchas cosas en común y no sería la primera vez que me resigno a ser tu amiga... Por mi forma de ser sí, pero tú... cuando rompes con alguien sueles ser más radical.
Él- Bueno... pero no sé, aunque sólo fuera por lo que has significado para mí todo este tiempo.
F- Sí, mientras no tuvieras novia o yo novio, lo de tolerar al ex o a la ex... no siempre es fácil.
Él- Sí, en eso tienes razón.
F- ¿Seguiríamos echando un polvo de vez en cuando?
Él- Sí, ¿no?
F- No... ¿sin mezclar sentimientos de por medio?
(Risas de ambos)
F- ¿Sabes lo que me da miedo?
Él- ¿Qué?
F- Supongo que a ti no te pasa porque eres muy conformista, pero yo temo... ¿te acuerdas de Revolutinary Road?
Él- Sí.
F- Pues me causa auténtico terror pensar que, no sé, de aquí a cinco o diez años y más aún si pienso en hijos y demás, que pueda sentirme así... encontrarme un día con que mi vida... me aburra. Es algo que me da miedo. Somos tan tranquilos... nunca discutimos, en nuestra relación apenas hay cambios... y no es que quiera que nos peleemos, sabes que si empezásemos a discutir por costumbre te dejaría. Cuando la vimos estuve dos o tres semanas muy rallada.
Él- Quién sabe quizá cuando tengamos hijos nos peleemos por todo.
F- Buf, qué miedo... pues te dejaré igual, con niños o sin ellos (risas).
Él- Es algo que no puedes saber... aunque es verdad que tú eres muy inquieta y a veces la rutina... Para mí sería un verdadero fracaso sentir que he dejado que las cosas lleguen a ese punto.
F- Sí, para mí también.

24 de enero de 2013

Everyone thinks I'm psycothic except for my friends deep inside my head


Hoy no ha sido un buen día. Sin más.
Al menos había un motivo y no era mi simple desorden mental y/o afectivo.
La frustración no me sienta bien y he dado con una tarea la mar de frustante... no soporto dar una y otra vez de cabeza contra un muro y esa ha sido la sensación del día... así que poco a poco me he ido agriando y, como no he conseguido resolverlo, pues ya.
Mi desánimo siempre está ahí esperando una ocasión, una pequeña brecha en las defensas y cuando la encuentra se cuela sin pensarlo.

Necesito dormir.

23 de enero de 2013

C'est fini



Se acabó. El último examen me ha ido flojito... siempre suele ser el más flojo, estoy muy cansada y lo único que quiero es acabar. Pero bueno, ya he terminado.
Así que, sea cual sea el resultado, doy por finiquitado El Semestre Agónico.
Sólo queda esperar las notas (6 feb) pero eso no me pone nerviosa, la suerte está echada, de nada sirve inquietarse. Lo hecho hecho está...
Con la próxima matrícula cogeré menos asignaturas (bueno para mi vida y mi espalda, malo para terminar la carrera lo-antes-posible) y podré volver a tener vida. Cosa que agradeceré en todos los sentidos.

Así, como fuente de tensión, solo quedarán las semanas de cierre del trabajo.
El trabajo...
Ayer tuvimos la reunión -tres horas- de objetivos para el año. Y mis objetivos son todo un reto.
Por un lado me siento abrumada porque implican para mí unas funciones más analíticas y aumenta mi responsabilidad, requieren y me darán un conocimiento global y detallado de la empresa. Nunca he estado a ese nivel, es un cambio cualitativo muy importante, pero me da miedo que me vaya grande... maldita inseguridad...
Por otro es algo muy bueno para mí. Voy a aprender muchísimo y me motiva aún más.
Lo voy a hacer, he aceptado mis objetivos (son consensuados, no impuestos) y, además de mi crecimiento personal-profesional, suponen un premio económico, si los alcanzo.
También es cierto que cuento con un gran apoyo.
Mi jefe es simple y llanamente increíble. Tiene ese conocimiento que da la experiencia, del tipo que esperas encontrar en alguien diez años mayor que él. Además tiene una forma de pensar fascinante es súper pragmático y tiene el don de la palabra -no en vano ha sido profesor- nunca me quedo con dudas de lo que me pide o me explica. Es súper accesible, se puede hablar con él con total tranquilidad y, además, es divertido. Tiene una gran capacidad de liderazgo y sabe cómo dirigir a su equipo. Nos da mucha confianza, autonomía y nos apoya si es necesario frente a otros.
A, es un coco. Tiene mi edad y es una de las personas más inteligentes que he conocido. Su formación haría salivar a cualquiera que se dedique a lo nuestro y su experiencia laboral le ha dado también unos conocimientos alucinantes que no le importa compartir y que transmite de una forma súper clara. También ha dirigido equipos en el pasado y se nota. Además es una freak como yo y es súper divertida. Ayer, sin ir más lejos estuvimos estableciendo analogías entre nuestros jefes y nosotras con los personajes de X-men (me tocó Pícara, por cierto).
M, es la definición de compañerismo hecha mujer. Es súper trabajadora y eficiente. Además de que arrima el hombro la que más. Tiene una capacidad de resolución y una iniciativa alucinantes.
Lo mejor, además de una comunicación excelente entre nosotros y un espíritu de equipo que nunca antes había encontrado, es lo que nos llegamos a reír.
Me siento súper afortunada. Sí, es verdad que me estreso y que hago más horas que un reloj algunos días pero el trabajo en sí me encanta y el ambiente es genial.

Mi jefe ya habla como que en febrero tengo vacaciones así que, aunque no le he dicho fechas ni sabe cuántos, cuenta con que me cogeré unos días. Perfecto.
Ahora voy a deleitarme con planear mi descanso.
Lo primero es solucionar cosas que he ido aplazando por falta de tiempo, nada importante asuntos triviales que requieren atención (algún papeleo, ir al banco, poner la tarifa de datos al móvil...) así como recuperar mi orden habitual. Después habrá llegado el momento de fantasear.
Por ahora lo único que tengo claro que quiero es dormir un montón, pero eso pienso hacerlo ya este fin de semana, una mañana de tiendas e ir algún sitio a que me soben la espalda.
Tengo también alguna que otra película recomendada y facilitada (gracias) que ver, hay al menos dos que quiero ver en el cine, libros acumulados... entretenimiento no me faltará.
También estoy haciendo un montón de planes, siempre me entra la sociabilidad cuando pasa la época de exámenes, tengo ya en la agenda una noche de chicas con mis amigas, otra con mis compañeras y alguna que otra comida con amigos a los que hace tiempo que no veo. Mi hermano pugna por ser el primero en la lista porque quiere que le ayude a preparar una presentación y tengo también que ir a casa de mi padre a hacer algunas cosas...
Me veo venir... si al final nos quedamos aquí, pasaré la mayor parte del tiempo solucionando cosas -mientras escribía se me han ocurrido un montón de to do pendientes- en vez de descansando... Jajajaja, soy lo peor!

22 de enero de 2013

El cuento de Lorenzo



Quiero escribirte un cuento lleno de ventajas.
La primera ventaja es que cuando el cuento llegue al final no se acaba, 
si no que se cae por un agujero "ggggrrrrrrrrrrp"
y el cuento reaparece en mitad del cuento.
Esta es la segunda ventaja, y la más grande: 
que desde aquí se le puede cambiar el rumbo, 
si tú me dejas, 
¡si me das tiempo!

-Lucía y el sexo-


Si eres capaz de entenderlo, si lo sientes... seas quien seas, leas esto hoy, mañana o dentro de un año, quiero que sepas que te quiero. Aunque nunca se encuentren nuestros caminos, no conozcas mi voz, mis manos nunca vayan a sostener la tuya, ni vayas a poder cobijarte en mi brazos. Aunque nunca puedas asomarte a mis ojos ni intentar descifrar mis silencios. Aunque mi corazón tenga dueño. Nada importa. Te quiero.

21 de enero de 2013

But I came to love you, am I going to bleed?


Lonely boy -The Black Keys-

Tenía que hacerlo...
La canción me parece increíble pero es que el video me tiene completamente fascinada.
Cómo se mueve es alucinante, me en-can-ta.
Bueno, y cualquier cosa que me motive estos días es más que bienvenida.

A ver quien es el guapo que lo ve sin ni siquiera agitar ligeramente la cabeza o marcar el ritmo con el pie.
A mí me resulta imposible quedarme quieta.

20 de enero de 2013

Las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes



El intercambio de comentarios -conversación, al fin y al cabo- de hace unos días, esa sobre cambiar de sexo por un día me ha dado qué pensar. Además, con otras personas (con M, con las del trabajo, con otro amigo...) ha salido a tema la transexualidad y a mi cerebro sólo falta que le hablen dos veces de algo para darle vueltas.
Así que surgió la duda: ¿Qué haría si, por un día, fuera hombre? 

Hay cosas realmente obvias, no sé, orinar de pie ha de ser una gozada. Sobretodo cuando no tienes un baño cerca o hace verdadero frío.
Abrir botes. Oh, poder abrir un tarro con sólo coger la tapa y hacerla girar!
Ver el mundo con ojos masculinos... no lo vemos del mismo modo, eso he aprendido con los años.
En general sois más sencillos -que no simples- que nosotras. No es no. Blanco es blanco, con matices sí, pero blanco. Las mujeres estamos pendientes de demasiadas cosas a la vez, mientras hago esto hablo por teléfono, me entero de lo que hace mi jefe, de las señas que me hace mi compañera... Para los hombres no es así, hacéis algo, fin. ¿Cómo desconectáis de esa manera? Quizá no ser multitarea me estresaría al principio, pero creo que, por un día, podría acostumbrarme.
Los miedos, son otros. Hay cosas que las mujeres tememos, de las que creo que un hombre, sencillamente, no tiene miedo, por muy miedica que sea.
No creo que sólo penséis en fútbol y en sexo, vamos, no me lo creo, sería genial ver qué se esconde en la cabeza de un hombre, cómo piensa, cómo siente, cómo percibe a las mujeres...
Ser tratada como un hombre por otros hombres y por las mujeres. No sé cosas como llevar el coche al mecánico y que el de la tienda me hable a mí y no al hombre que me acompaña (es algo que detesto en especial, como mujer), por ejemplo, o poder ir al gimnasio sin que el cachas de turno me haga morritos mientras hipertrofia sus músculos. (...)
¿Cómo son vuestras emociones? ¿Son iguales que las nuestras?
Huir, por un día, de la tiranía de las hormonas! O, al menos, de mis hormonas, que sé que la testosterona también hace lo suyo...
Las diferencias físicas. ¿Me fascinarían las tetas -como a muchos hombres que conozco- al ya no tener unas? ¿Sería un shock no tenerlas después de tantos años conviviendo con ellas?
Tener pene. Ha de ser... extraño, si no lo has tenido nunca.
Y el sexo... j. dice que sería lesbiana. Qué desperdicio!
Yo buscaría a una chica, la seduciría y tendría sexo con ella (qué fácil lo hago sonar, eh?) al fin y al cabo, por un día sería hombre, con cuerpo y mente de hombre.
Las del sexo son de las diferencias que más me intrigan. Sé como lo siento yo como mujer, pero ¿cómo crece la excitación en un hombre, al margen de la sangre que circula en una dirección? ¿Qué siente cuando lo tocan? ¿Cómo es "penetrar"? ¿Y un orgasmo? Lo he preguntado, más de una vez, y nunca ninguno me lo ha sabido explicar.
Un lesbiana me dijo una vez que nunca encontraría en un hombre esa sensibilidad, esa ternura, esa suavidad que sí hay en un cuerpo de mujer... quizá entonces podría entenderla.

Después de eso volvería a ser mujer, pero una muy aventajada.

19 de enero de 2013

A un tercio del fin, ¿o a un quinto? Bueno, da igual, yo soy de letras

Hoy también ha amanecido gris, plomizo y nublado. A medio día, cuando me iba a los exámenes, se ha puesto a llover a cántaros.
Al contrario que el fin de semana pasado no me ha deprimido, más bien al contrario. Llevo todo el día queriendo subir a la terraza a empaparme, pero me da miedo pillar una galipandria, por ahora me estoy librando este invierno, toco madera. ¿Porqué no lo hice en verano?
Me gusta conducir incluso cuando llueve aunque el tráfico de la ciudad parezca volverse idiota a la que caen dos gotas, pero el coche me ha hecho aquaplaning y eso no me ha gustado nada. No me había pasado nunca. Minisustito, nada más.

Galipandria... está bien dicho en castellano? Es lo que tiene el bilingüismo a veces no sabes si una palabra pertenece o no a los dos idiomas... (y mejor no menciono el trabajo donde todo está medio en castellano, medio en inglés y entre nosotros hablamos en catalán...).

Los exámenes...
El primero, tal como aventuraban, a mala leche, ya veremos.
El segundo bien, fácil, la temática es aburrida -para mí- de esas asignaturas donde tienes que aprender un par de teorías y muchos conceptos, pero asequible, ha sido de esos exámenes de "soltar rollo" y yo tengo para dar y tomar.
Bien, sólo queda uno, de dificultad media, el miércoles por la tarde y el semestre agónico habrá llegado a su fin!
Tengo que agradecer todos los ánimos que recibo, que no son pocos. Ayudan.

He visto al chico del otro día, por sorprendente que me resulte volvíamos a estar en la misma aula (el aula? la aula? qué le pasa hoy a mi vocabulario?) Estaba sentado en las primeras filas cuando he entrado y sólo me ha visto cuando volvía a mi sitio después de entregar el examen. Me ha sonreído, le he dicho hola con la mano. Fin. Fue bonito mientras duró.

Esta noche no pienso hacer nada, quizá ver una peli, poco más. Estoy cansada y seguro que dormiré deliciosamente bien. Y más me vale porque la semana que viene se prevé durita, por decir sólo que el lunes sé a qué hora entraré pero no a la que saldré...

Calla F, no te anticipes, disfruta de lo hecho hoy, mañana ya llegará.

Bona nit.

18 de enero de 2013

Hey bitch do you really really really wanna go hard?




Ayer follamos como animales.
No hubo amor, fuimos pura carne, sólo cuerpos.
Hacía tanto que no lo hacíamos así... Tengo agujetas.

No sé qué me pasa últimamente. Él dice que es el estrés. Yo sólo sé que sufro la tiranía de las hormonas a lo grande, parezco un tío.
Bueno, no sé, que lo de ayer va a pasar a la historia de los polvos memorables.

Tengo estos huesos hechos a las penas y a las cavilaciones estas sienes...

Vuelta del médico.
La exploración manual dice que estoy "una mica fomuda per tenir 28 anys" lo cual quiere decir que estoy un poco... fomuda quedaría a caballo entre jodida y fastidiada, para tener 28 años. Gracias.
Tras mirar las radiogradías concluye:
- ligera corbatura de la columna, no muy importante.
- un disco lumbar, el último, ligeramente más fino de lo debido, tampoco preocupante.
- corrección cervical, por culpa de la contractura muscular. Digna de mención. (es curioso que algo que está mal pueda recibir el nombre de corrección).
Tratamiento: reforzar la musculatura, es decir, hacer deporte. Siempre me dan ganas de reírme de los traumatólogos, pero tienen razón.
Así que propósitos para mi nueva vida post-semestre-agónico:
1- buscar algún sitio donde hacer yoga, cerca del trabajo (si luego la empresa se muda ya cambiaré de centro). Y si no Pilates. Algo así, cuerpo y mente.
2- encontrar tiempo -que no debería ser tan difícil una vez todo esté arreglado en la empresa y pueda salir excepto la semana de cierre a mi hora- para utilizar ese maravilloso "gimnasio" que montó él en una de las habitaciones del piso. (Esto, además, hace dar saltos de alegría a mi monstruito, el bueno, el que liberé).

El otro día me preguntó alguien si la chica de la última foto soy yo y no, pero ésta sí lo soy. Ahí os dejo mis cervicales corregidas (se supone que no han de estar tan rectas), un poco de mi cráneo y parte de mi maxilar. Nunca he dejado a nadie ver de un modo tan claro mi interior, espero que sepáis valorarlo ;)



17 de enero de 2013

Que el fin del mundo te pille bailando...

Después de un día largo... muy largo... en el que se supone que no tenía que ir a trabajar pues había cogido vacaciones para estudiar -curioso empleo de los días de ocio, lo sé- he llamado a D para, básicamente, lloriquear.
Desde que empecé a trabajar nos pasa a menudo que uno de los dos tiene un día inacabable o asqueroso y llama al otro para ejercer su derecho a pataleta y resulta que el día del otro ha sido igual o peor. La rueda del destino, como me ha dicho esta tarde...
Pienso mucho en él, últimamente, y creo que es porque le echo mucho de menos. Desde que se mudó todo ha cambiado mucho. Que me alegro, adoro a su pareja y no quepo en mí de la alegría que me produce que haya encontrado a alguien que le quiera y a quien querer, pero está lejos y le añoro. Extraño nuestros cafés de domingo por la mañana en nuestro Starbucks, nuestras conversaciones estúpidas, de freaks como somos, de cine, de series, de teatro, de música, de sexo, de la tontería humana, de viajes, de filosofía, de arte (...) volver siempre sin remedio a los temas recurrentes -esa peli y ese libro- las diferencias insalvables y los delirios compartidos... las caras con las que nos miraban los extraños sentados cerca nuestro.
Ahora también tenemos esas conversaciones, la misma complicidad de siempre, pero no es lo mismo hablar por teléfono que verle, yo que soy súper expresiva, él con su teatralidad... Los días de lluvia siempre nos enviábamos un mensaje deseándonos un feliz día gris... ahora no sé si allí llueve ni él, si lo hace aquí. Seguimos pudiendo criticar el verano, eso sí.
Son esas cosas tan nuestras como que uno vea una película o lea un libro y no pare hasta que el otro también lo hace para poder comentarlo en profundidad.
Y no me basta con bajar un fin de semana a verle, porque estará su novia y/o el mío. Quiero un rato "de D" para mí, solos él y yo. Soy egoísta, lo sé, pero es mi mejor amigo.
Recuerdo el día que nos vimos por primera vez en aquél parque que tanto nos gustaba a ambos y al que volvimos cantidad de veces a subirnos a los árboles. Sentados en las ramas filosofeando sobre la vida, a más de un paseante habíamos asustado sin querer.
O aquel grupo de teatro al que me apunté y le arrastré conmigo... aquel momento de pánico cuando en el reparto de personajes casi le toca uno con el que tenía que besarme... Las clases de guitarra o ir al Racó a beber aquel brebaje extraño y, ya borrachos, cantar Sabina con él... canta muy bien y toca aún mejor aunque nunca lo reconocerá. Tantas películas y tantos conciertos juntos.
Recuerdo también aquella conversación tan tensa e incómoda en aquel vagón de metro... el miedo a cómo sería hablar después... la alegría de ver que nada había cambiado si no que aún nos unió más.
Aquella tarde tan extraña, semidesnuda, tumbada en su camilla mientras él descontracturaba mi espalda tras el accidente...
Esos momentos, tantos, en que me intuye... como que sepa sólo con oír el bien que le doy en respuesta a su qué tal? en qué estado me encuentro, como sé yo, por los matices de su voz, que me está ocultando algo o que no está tan feliz como quiere aparentar.
Aquel mail que le mandé diciéndole lo mucho que le quería, cuando ya se había ido, y su llamada emocionada de después. Nadie como él podría saber cuánto me costó escribir aquello.
Que comprenda y no se sorprenda por esas preguntas raras que me surgen a veces, es más, que muchas veces sepa la respuesta.
La expresión de su cara cuando, por el motivo que sea, Él sale a tema... D es el único de mi vida que vivió aquello -y sólo en parte- conmigo. El único que vio el antes y el después...

¿Cómo no voy a estar dispuesta a anteponerle a cualquier otro que llegue a mi vida después que él?
Es D.

Para ti, amigo mío, porque esta siempre me trae buenos recuerdos de ti imitando esa voz rota que tanto te gusta.

Que el maquillaje no apague tu risa,
que el equipaje no lastre tus alas,
que el calendario no venga con prisas,
que el diccionario detenga las balas...


Noches de boda - Sabina.

16 de enero de 2013

No soy la chica que escribe estas líneas...

No, no soy yo.
La que llora cuando no la ven y luego miente para ocultarlo, cuando lo único que quiere es que alguien la abrace mientras las lágrimas brotan sin control llevándose parte de ella en su caída.
No soy la que se emociona con el más sencillo suceso, como ver cada mañana amanecer de camino al trabajo, sobretodo cuando el cielo está rojo en el horizonte y parece que a lo lejos la ciudad arda, o la que se escapa de noche a la terraza, cuando la luna está tan bonita, a bañarse con su luz, la que sonríe cuando hace este frío que tanto le gusta o sale a mojarse bajo la lluvia, la que se acercaba en invierno a la playa a oler la sal.
Ésa que se tuvo que sentar al ver el tríptico de los nenúfares de Monet, sobrecogida por aquella nitidez, los juegos de sombras, porque la mano de un hombre pudiera hacer aquello. La que acaricia las piedras de los lugares muy, muy, antiguos fascinada porque hace miles de años hubiera humanos allí, porque otras personas tan lejanas en el tiempo puedan haber tocado, pisado aquellas mismas piedras. La que acariciaba jeroglíficos con absoluta fascinación. La que va dejando trozos de corazón por algunas ciudades del mundo y recogiendo sensaciones para después intercambiarlas con Dani al volver.
Ni la que necesita tanto que alguien la abrace y le diga el tonto y resabido "todo va a salir bien", aunque sabe que no es verdad. La que necesitaría, no sé, una tarde entera en el cobijo de sus brazos para quizá, así, poder encerrar algunas de esas sombras que la atosigan.
Tampoco soy la que escucha en bucle esa canción una y otra y otra y otra vez aunque la ponga muy triste, aunque esa melodía hurgue en su herida de un modo horrendo, sólo porque es dolorosamente bella.
La que ve, no sé, Lucía y el sexo y en vez de quedarse con las escenas de sexo explícito recuerda con una emoción incontenible el cuento, el precioso cuento de Lorenzo... y desea, joder, que alguien escribiera para ella algo así.
Ni la que sonríe cuando le dicen cosas bonitas, esas cosas como que es diferente y eso la hace especial y no rara, que ser sensible es un don y no una carga, o cuando le prestan unas preciosas y delicadas alas porque perdió las suyas tanto tiempo atrás o crean para ella un mundo paralelo donde pueda ser como desee o le escriben sólo porque lo pide... o por el simple hecho de que alguien se tome la molestia de dedicarle dos palabras.
Ésa cuyo corazón sigue rebosando amor y está dispuesta a querer, aunque sólo sea un poquito a todo aquel que así lo quiera o lo merezca. La que es capaz de preocuparse por alguien que vive a mil km de ella y a quien no ha visto nunca, sin que eso importe.
La que siente cómo se le clava una espinita cada vez que tiene que pedir esas cosas que para ella son inevitables, porque no comprende que haya que pedirlas.
No soy ésa que tiene tantos miedos pero es capaz de cerrar los ojos y lanzarse al vacío, de arriesgar.
No, no lo soy.



15 de enero de 2013

Ya le queda menos a mi limón.

Martes de la Segunda Semana Infernal.
Menos diabólica en lo que a estudios se refiere, aunque se rumorea que uno de los exámenes de este sábado va a mala leche... Una asignatura que me apasiona y otra un poco rollo pero inicialmente asequible.
Pero está siendo del averno en el trabajo.
Ayer volvió el chico que tonteó conmigo en la cena y la cosa está un poco tensa, a mí me da igual pero él está incómodo. Vino a saludarnos y felicitarnos el año, besos, comentarios de rigor y él de pie, a mi lado, moviéndose de un pie al otro... Además, me observa. Queda justo detrás de mi jefe (les separa un cristal) y cuando hablo con él o levanto la cabeza lo tengo ahí en ángulo... lo he pillado ya unas cuantas veces mirándome... Él sabrá, bastantes cosas tengo en la cabeza.
En lo laboral puramente dicho los jefes estuvieron de Consejo a final de la semana pasada. La conclusión es un montón de trabajo nuevo que añadir al habitual y al cierre que ha de estar para ya, para lo cual tengo que tener arreglado todo lo de antes... suerte de mis compañeras que son un tesoro... ya queda menos, paso a paso F, paso a paso.
Además han vuelto de su retiro con una maravillosa idea: en algún momento de Enero nos vamos de team building. Ellos y su filosofía americana de empresa...
Aún no se ha concretado nada pero se han dejado caer varias opciones:
- Paint ball. Es lo que más gracia me hace, soy demasiado nueva para tener rencillas con nadie y sería muy divertido acribillar a alguien a bolas de pintura. Aunque tengo entendido que duelen un montón si te dan de cerca y me veo llena de moretones una semana...
- SPA. No, por-fa-vor. No tengo ninguna necesidad (por el bien de mi salud mental) de ver a mis compañeros y, sobretodo mis jefes, en bañador ni de que me vean ellos a mí en bikini. No, gracias. Todas las chicas estamos en contra.
- Fin de semana de actividades. Ni tan mal, aunque la mayoría de gente no podrá (retoños, parejas...). Las chicas nos volvemos a oponer, en general. Si las cosas se pusieron un poco tensas en la cena de empresa podría ser aún peor cuando todos dormimos juntos en un hotel... (y no soy yo la que lo dice). No, no.
- Algo en plan "trabajo en equipo". Nos parece un auténtico rollo, pero tiene números.

Veremos en qué queda.
Ahora a corto plazo queda sobrevivir a mi última semana al 200%, ese es el primer objetivo y, sea como sea, a pesar del ánimo raro que me ha tomado, lo haré.

14 de enero de 2013

No hay respuesta a todas mis preguntas, no hay solución a todos mis problemas...

Cuando tengo días como el de ayer me siento muy culpable.
Sobretodo cuando me levanto con la prueba de mi delito -el llanto nocturno- pintado en la cara: los ojos de sapo como yo los llamo. Parece que me hayan dado un puñetazo en cada ojo, aunque sin hematoma. Al menos en este trabajo no me conocen y lo puedo atribuir a alguna de mis múltiples alergias... Selfnote: Acuérdate de ponerte hoy tu mejor cara de "estoy bien".

Me regaño a mí misma, mientras me miro al espejo, me digo "Niña ingrata, con todo lo que tienes, ¿crees que tienes derecho a sentirte así?".
Y no, quizá no lo tenga. Tengo una familia, un puñado de amigos y un hombre que me quiere. Gente que se preocupa por mí, que me quiere y a la que yo quiero.
Quizá sí, sólo sea una maldita niña desagradecida e inconformista.

O puede que para mí lo de estar alegre sea, a veces, disciplina y últimamente me tenga que centrar en demasiados asuntos como para mantener encadenados a todos mis monstruos.
Pero en verdad creo que lo que me impide ser feliz es el conocimiento y la absoluta certeza de la finitud de todo cuanto me rodea. Todo, ineludible e irremediablemente, termina. La gente deja de quererte, te engaña, se enfada, te hace daño, encuentra algo mejor, se va o se muere. Que sí, estoy de acuerdo, ante eso la actitud adecuada sería disfrutarlo mientras dure y eso intento, pero hay veces en que no puedo seguir negándome a la evidencia, antes o después todo termina y con el fin llega siempre el dolor.
Y quizá eso, el saber que disfrute lo que disfrute, ame cuanto ame, ría cuanto ría, al final acabaré llorando sea lo que me desborda, a veces.

Cuando pienso en esto suele venir a mi mente aquella canción:

"Estas son las cosas que suceden en mi piel,
los días son breves ya lo sé,
la vida se consume sin querer
y esta es la vida que me tocó conocer
las noches son tristes, ya lo ves,
la realidad me puede y no sé qué hacer"

Baby I got a plan, run away as fast as you can.

Barcelona -y este pueblo de la periferia en el que vivo- amanece nublada, invernal y así se despierta también mi humor.
La ciudad está gris, plomiza, fría, húmeda, y así estoy yo, triste, decaída, sensible.
Lo sé nada más abrir los ojos, como algo que zumba en el fondo de mi cabeza, he intentado ignorarlo, lo prometo, pero a media mañana ha podido conmigo.
Y eso que normalmente, los días grises y lluviosos me hacen feliz, pero hoy no.
¿Porqué?
¿Acaso tiene que haber un motivo?
Diremos que son las hormonas, en su tiovivo particular, o el bajón tras los nervios de ayer...
También podría ser ese desánimo que habita en mí que hoy, por algún motivo, se ha liberado. O esa eterna inquietud que me caracteriza y me hace desear cosas que no pueden ser. O el agujero negro y podrido que a veces rebosa.
Pero no, no hace falta un motivo. A veces, simplemente, nada tiene valor o sentido y eso te arrastra en su espiral descendente. Y las palabras no alcanzan para describirlo. Simplemente la tristeza se instala dentro de ti, te arrasa, te destroza. Y no, no hay un porqué. Es sólo la pena, densa, pesada.
Quizá... sea algo... así (cierra los ojos y espera que empiece la instrumental) aunque bueno, la música es tan subjetiva...
Sé que hay quien lo entiende y eso me reconforta, me hace sentir menos... desequilibrada.

También ha habido cosas buenas, que intentan levantar mi ánimo sin siquiera saberlo: bromas, mails, entretenimientos, comentarios, la visita por sorpresa de N... Sí, incluso hoy hay algo que agradecer.
Así que desterraremos los pensamientos oscuros (la depresión, la vacuidad, la futilidad y el sinsentido), esos los dejaremos para otro día. Que quede sólo en un día gris.

13 de enero de 2013

I bet that I can make you believe in love and sex and magic


Una caricia me despierta.
Un cuerpo sobre el mío, sus manos se apoyan en la cama por encima de mis hombros, sus rodillas hunden el colchón a mis lados.
Me acaricia la mejilla creo que con su nariz.
Está demasiado oscuro, es de noche.
Me besa la sien.
Cuando intento moverme me lo impide. Me tiene atrapada bajo las sábanas.
Me remuevo tratando de liberarme, inútilmente.
Cuando me quejo me manda callar "Ssssh" susurra en mi oído y me aprieta más contra la cama.
Me quedo quieta entre divertida y asustada.
Su nariz recorre la mía y cuando intento besarle se aparta de mí. Ríe con suavidad.
Sus labios se posan en mi barbilla, en una comisura de mis labios y luego en la otra. Sonrío. Acarician después, suaves como una pluma, la punta de mi nariz.
Besan mi frente, una mejilla, después la otra.
Una mano desciende sobre la sábana hasta mis pechos, los acaricia delicadamente. Estiro el cuello tratando de alcanzarle pero se aparta otra vez. Su mano sigue el descenso dibujando mi contorno hasta mi cadera.
Después asciende lentamente, deshaciendo su camino.
Acaricia mi cuello. Me inmoviliza con suavidad sujetándome por la barbilla.
Siento su aliento en los labios y me estremezco.
Saco la lengua y lamo los suyos pillándole desprevenido.
Me besa, con pasión, aplastándome contra el colchón.
En su despiste logro sacar una mano y me aferro a él. Entrelazo los dedos en su pelo, fuerte.
Se rinde y me deja ir, mientras nuestras lenguas se encuentran.
Le toco, le acaricio y constato que ya está desnudo y motivado.
Pasa de retenerme con la sábana a pelearse con ella para sacarla de entre nuestros cuerpos. Me arranca el pantalón del pijama y las bragas mientras yo me saco el jersey.
Se estira sobre mí, ahora sí, piel con piel. Siento el calor de su cuerpo por todo el mío.
Desliza una mano hacia abajo y dos dedos se introducen en mí. Sonríe contra mi boca ante lo mojada que estoy. Se remueve y cuando me doy cuenta está dentro de mí.
Al principio duele, pero dura poco. Me embiste rápido y fuerte.
Yo le araño y le muerdo, la boca, el pecho, los brazos... allí donde alcanzo.
Me retiene las manos, por las muñecas, cogidas con fuerza.
Me aferro a él con las piernas.
Cuando todo acaba me besa, despacio, saboreando mis labios, pone después un dedo sobre ellos, como pidiendo silencio. Se levanta y sale de la habitación sin decir nada. Al rato le llamo, pero no contesta. Salgo a buscarle, pero no está. Miro la hora y me siento en la cama, sobresaltada.
Él está en el trabajo hasta dentro de tres horas. Enciendo la luz diciéndome que debo de haberlo soñado, pero dos marcas rojas, como brazaletes en mis muñecas, son suficiente evidencia de mi experiencia.
Me envuelvo en la sábana mientras me pregunto quién sería ese hombre, ese ser, que amparado en las sombras ha aparecido en mi habitación y me ha hecho suya al abrigo de la oscuridad.


12 de enero de 2013

Cuando menos te lo esperas...


Me quedan unos veinte minutos para el siguiente examen, repaso los apuntes mientras bebo sorbos de un café que he ido a buscar al Starbucks cercano, es mi premio en los exámenes, un delicioso Mocca Blanco. Estoy sentada en el suelo en plan indio cerca de la siguiente aula. En el hueco que forman mis piernas tengo embutidos el abrigo y el bolso, sobre éstos la carpeta abierta. Dibujo en lápiz en el borde de la hoja. En mis oídos el Ipod va soltando un poco de todo. Llevo unas converse rojas, unos tejanos que me van grandes, un jersey negro grueso de cuello alto. Las gafas. Un moño despeinado que no sé cómo estará -probablemente parezca un nido- teniendo en cuenta que me lo he hecho agobiada por el pelo durante las dos horas del primer examen. Cero maquillaje y unas nada envidiables ojeras. Más normal imposible. No es que esté pensando en mi aspecto, mi cerebro está un 69% revisando el temario del siguiente examen, un 20% pensando cuánto habré metido la pata en el de neurociencia, un 10% repitiendo como un mantra "cálmate, relájate, los nervios no ayudan, lo has hecho bien, lo vas a hacer bien" y un 1% divagando sobre algo que tengo que escribir y no sé por dónde llevar.
Total que me hallo yo en esa tesitura cuando de repente se materializa frente a mí un chico de digamos unos 30 (como soy muy mala para esas cosas deberíamos abarcar una franja de, pongamos, 27 a 33). Es alto -tengo que levantar mucho la cabeza para mirarle- ojos azules, castaño, atlético. Lleva unos tejanos, bambas negras y una sudadera azul claro, sostiene contra el costado una carpeta con un boli enganchado en la goma. No es tremendamente guapo pero sí atractivo. Me mira sonriendo. No lo conozco de nada. Me quito los cascos, sonriendo yo también por puro reflejo.
- Vas a la 201? - me dice señalando la puerta.
- Sí.
- ¿Se puede entrar ya?
- No.
- Mejor, ¿puedo? -señala el suelo, junto a mí.
- Sí -digo encogiéndome de hombros. Voy a ponerme los cascos otra vez pero me sigue mirando al sentarse casi pegado a mí.
- ¿De qué te examinas?
- Diferencias humanas y diversidad cultural.
- ¿Y eso qué es? -su rodilla toca la mía.
- Bueno, es una mezcla de sociología y antropología... -retiro mi pierna evitando el contacto.
- Suena interesante.
- Sí, lo es -mi cerebro suelta preguntas: quién es? Qué quiere? Porqué habla conmigo?- ¿y tú?
- Microeconomia.
- ¿Te gusta?
- Sí. Siempre juntan nuestras carreras en los exámenes -dice y yo asiento- ¿Te llamas x (mi nombre)? -como buena paranoica me tenso al momento y mi sonrisa se difumina un poco.
- ¿Cómo lo sabes?
- Lo pone en tus papeles... -señala uno de mis trabajos que sobresale entre los apuntes. Enrojezco y sonrío- Yo soy Pol.
Me tiende la mano y se la estrecho. Cada vez estoy más desconcertada.
- Eso es bonito -señala mi dibujo. Son ideas, en miniatura, para mi tatuaje... Enrojezco más y le doy las gracias reprimiendo el impulso de taparlo con la mano para que no pueda verlo. Me hace preguntas sobre cuánto tiempo llevo estudiando, mi carrera, qué opino de la uni, cuántas asignaturas tengo... responde por sí mismo a todo lo que me pregunta.
- No eres muy habladora, no? -suelta de repente riendo un poco.
- No, la verdad es que no, suelen decírmelo -me río yo también. Se abre la puerta y algunos empiezan a entrar. Cierro la carpeta y guardo los cascos en el bolso. Lo cojo todo. Al levantar la vista está de pie frente a mí, tendiéndome la mano. La cojo y tira de mí con facilidad para ayudarme a levantar. Recupero mi mano, que no parece que él vaya a soltar, en cuanto estoy derecha. Sí, es muy alto, me saca una cabeza o dos.
- Gracias... -digo abrazando la carpeta, como si fuera un escudo.
- Oye... -se acerca un poco a mí y yo retrocedo por instinto, no llevo bien las intromisiones en mi espacio personal, si se da cuenta lo disimula muy bien- ¿te tomarías un café conmigo, después del examen?
Me pongo roja como un tomate, bajo la mirada. Maldita timidez patológica.
- Yo... no... gracias, pero no.
- Tienes novio -afirma aún sonriendo. Asiento- Es lógico... -me mira de arriba abajo y vuelve a subir ante mi estupor- Bueno, suerte en el examen.
- Igualmente -balbuceo. Me cede el paso y entro en el aula rápidamente. Me siento en un rincón, en la tercera fila y rezo para que se sitúe en algún punto fuera de mi campo visual. Sigo colorada.
Destierro cualquier pensamiento al respecto en cuanto me dan el examen. Cuando lo entrego y me dirijo hacia la puerta le veo sentado cerca de la salida. Me sonríe y dice adiós sin pronunciar palabra. Sonrío azorada, me guiña un ojo y salgo por la puerta.
"Será posible..." me digo.

Braaaiiinsssss....

Mi día de ayer... me voy a recoger sus frutos, deseadme suerte.




11 de enero de 2013

Lo que tienes que pensarte es si de verdad el zumo compensa exprimir la fruta.



Mitad de la Primera Semana Infernal (son dos) sabía que iba a serlo pero está siendo dura.

Mañana no voy a trabajar, tengo que estudiar. Ojalá mi cabeza fuera algún tipo de baúl, aunque fuera chiquitito, abriría la tapa embutiría las... no sé, ¿1200 páginas? del libro de neurociencia (el de las ratas descerebradas) y ya. Pero no, hay que comprender, asociar, entender, consolidar y memorizar y tengo tan poco tiempo...
Me consuelo: este sábado estaré un 50% más cerca del fin de este semestre agónico.

El trabajo... cierre de año. Otro caos. La persona que había antes de mí dejó tal maraña de cosas -por no usar palabras malsonantes- que cada vez que tocamos un tema alucinamos, es como caminar por un campo de minas sin saber dónde va a explotar una. Y tiene que estar TODO arreglado, cuadrado, bonito y con un lazo para el consejo de la semana que viene... Además, cierre de año: ponme aquí, quítame allá, hazme un provisional... Y tus yos internos debatiendo sobre las implicaciones de decapitar a alguien. Suerte que adoro a mi jefe -no, el que me pone no, el mío- y entonces el deseo de matar es inferior.
Me consuelo: todo este esfuerzo, esta rotura de cuernos para arreglar lo del 2012 y años ha serán facilidades para el próximo año. Además, me hago valer. Demuestro que -alarde de ego, lo advierto- soy buena en lo que hago.

Mañana voy al médico, tengo la espalda hecha un cisco. Lo de las alitas maltrechas vale, pero el resto lo necesito entero y funcional... En cuanto a lo muscular ya sé lo que me va a decir: calor, antiinflamatorios, tendrías que hacer ejercicio, natación, relajarte... Ya, ya. Como si pudiera.
Voy porque quiero una placa. Esta vez hay algo extraño en mis ya conocidos dolores tensionales. Si me dice que no hay nada: dopping. Sólo queda una semana. Yes we can!

Respiro hondo y pienso en Febrero.
Febrero... resuena en mi cabeza como cantado por un coro celestial... vacaciones (ahogo con una almohada a la voz en mi cabeza que susurra "si tu jefe te deja" y con otra a la que me dice que "tenemos muchas cosas que hacer"). Relajarme unos días, los que sean.
Creo que de viaje -actividad predilecta donde las haya- al final na nai, pero bueno.
Sí o sí me voy a ir a masajear. Que unas manos expertas amasen mi musculatura contracturada, deshaga esos nudos que me hacen daño, recoloquen mis huesos descarriados... salivo de placer. Mis yos y yo necesitamos automimos. De verdad.
Ir a pasear por mi parque favorito y sentarme bajo ese árbol con alguno de mis libros.
Callejear por esas calles de Barcelona que adoro... llegar hasta la playa junto a la que viví toda la vida...
Si cuadran fechas podría escaparme a ver a Dani, le echo tanto de menos...

Bueno, vale, vuelve a la realidad. Febrero llegará, pero estamos en Enero, en la PSI y no hay tiempo para fantasear.

10 de enero de 2013

Una lágrima es la cima desde donde el mundo observo


Llevo todo el día pensando en ti.
No es que normalmente no te piense, creo que no hay un solo día en que no pases por mi mente en uno u otro momento. Pero hoy estoy monotema, desde por la mañana.
Quizá soñé contigo y no lo sé, aunque creo que fue la película de ayer, las bonitas madres enfermas siempre meten un dedo en mi llaga.
Puede que sean las conversaciones del trabajo, poco a poco van queriendo saber de mí, no puedo dar largas eternamente y, cuando siempre hablas de tu padre, en singular, al final alguien pregunta "y tu madre?"
O las fiestas, recordatorio ineludible de que no estás. ¿Sabes? Me siento tontamente orgullosa este año. He pasado por ellas sin caer en la depresión periódica de tu ausencia. No me engaño, es porque estaba ocupada con otras cosas, pero es un logro, no? Es el primer año? Tú crees?
O el nacimiento M, el nuevo miembro de mi familia política. Sabes que cualquier hecho vital relevante me recuerda a ti. Sobretodo los nacimientos. Sé que, si algún día tengo uno me vas a faltar mucho, muchísimo. En qué otro momento puede, una mujer adulta, pedir por su mami?
Y, cuando mi niño crezca pensaré lo que pienso ahora de nuestro M, siempre que le veo, especialmente esos días en que está adorable pienso en ti. El tete y P le hablan de ti, sabe que tiene una yaya en el cielo aunque no tiene muy claro el concepto y me cuenta las cosas que sabe con la inocencia del niño que es.
Me encantaría creer como él que hay un cielo, que estás en algún lugar ahí arriba cuidando de nosotros, que perduras de algún modo, pero no puedo, aunque sea muy amargo.
Renegué ya por entonces de esa idea, de la religión de la familia del papá (tú eras creyente? Tengo recuerdos contradictorios y no me atrevo a preguntar...). Por eso me vuelvo mordaz en los entierros y tengo que morderme la lengua con fuerza, odio las condolencias, las frases hechas, el protocolo establecido, entiendo su función, pero... hay mucha gente que dice tantas tonterías (a mi suegra le dijeron, tras ver el cuerpo de su madre, que estaba muy guapa...) mecanismo de defensa, lo sé. Mucho me temo el día que llegue el de papá, a no ser que esté extrañamente entera puedo perder mi pátina de civismo.

Papá... alucinarías si le vieras ahora. Ha cambiado tanto... Sigue siendo muy suyo y pasando de los convencionalismos pero ayuda mucho al tete con el niño, le gusta que nos reunamos, es divertido y más cariñoso. Se ha convertido en un abuelito adorable. Ahora veo en él al hombre que te pudo enamorar.
El tete sigue como siempre. No sé cómo lo logra pero sigue siendo tan inocente, a pesar de los problemas, de cómo le ha tratado la vida... es increíble, no crees? Su mujer te habría encantado, lo sé porque yo la adoro -es más otra hermana que una cuñada- y el pequeño es maravilloso, súper inteligente, bondadoso, guapo (y no habla sólo mi amor de tía).
A veces se sorprenden de cómo soy con el papa y el tete, de cómo saco las uñas cuando les pasa algo... pero cómo no voy a ser así si tú no estás? Quién cuidaría de ellos? No, no, son demasiado bonachones, los dos, a pesar del genio de uno y del pronto del otro.
¿Cómo no voy a cuidar de papá que me lo ha dado todo que se sacrificó tantísimo por sacar adelante aquella niña pequeña?
¿Y el tete? Tengo grabado a fuego aquel día en que me dijo que yo era lo único que tenía, que sin mí estaba sólo en este mundo.
¿Sabes qué sorprende también a la gente? Que no seamos la estampa de familia monoparental de las películas americanas. No, nosotros no hicimos una piña, compartimos nuestra pena y nos mimamos un montón unos a otros. No, nosotros reprimimos nuestro dolor, cada uno se lo tragó como pudo y dejamos de hablar de ti (aún hoy nos cuesta hacerlo o no lo hacemos). ¿Sabes que nunca, ninguno de los dos, me vio llorarte?

Es duro no tenerte. Por absurdo que me parezca cada vez me duele más, es como si los años que paso sin ti fueran piedras que cada vez pesan más y más. Ya no lloro con sólo pensarte y puedo hablar de ti tranquilamente, pero... es como si la herida estuviera menos abierta pero se hiciera más profunda conforme pasa el tiempo, para que luego digan que lo cura todo...
A veces me pregunto qué pensarías de mí, de lo que he conseguido, de lo que me propongo... sé que hay cosas que te gustarían como el hombre al que he elegido, la vida que llevo, mi resolución, mi trabajo, el piso en el que vivo o mi larga melena. Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de ti son las horas que te pasabas peinándome, desenredándolo, haciéndome aquellas largas trenzas que tanto te gustaban. El otro eran las tardes de verano sentadas al sol en la galería haciendo collares con macarrones y estrellitas de pasta.
No tengo muchos recuerdos de ti y eso me duele horrores pero sabes qué me mata? No recuerdo tu voz. Eso es simplemente horrible y cuando lo pienso es como si algo se me clavara dentro, muy dentro.
También recuerdo la última vez que te vi, cosas realmente feas de aquellos últimos meses, tu cadáver o que me dijiste que ibas a morir, fuiste la única que me dijo la verdad. ¿Cómo podías criarme tan niña y adulta a la vez? Intento a veces imaginar cómo debiste de sentirte tú entonces, dejándonos al tete y a mí con papá, a papá cargando de nosotros dos, y creo que sólo alcanzo a una parte infinitesimal de tu dolor.

No soy envidiosa, sólo hay una cosa que despierta a esa víbora que también vive en mi interior: ver a chicas de mi edad haciendo esas cosas que se hacen con mamá. Ir de tiendas, sentarse en el sofá abrazadas a ellas, esas conversaciones que sólo se pueden tener con una madre... Contigo podría no ser fuerte, contarte mis confidencias, mis deseos, tendría un hombro en el que llorar con tranquilidad, alguien a quien pedir ayuda y consejo. Podría haber sido una cría cuando tocaba. Cuando veo cómo algunas tratan a las suyas las abofetearía, pero ya, ya lo sé, no se valora lo que se tiene hasta que se pierde. Así que me callo.
No me gusta tampoco que la gente que no te conoció hable de ti, a veces creen que porque les he contado un par de anécdotas y han visto tres fotos ya saben algo de ti... Craso error.

Cada día me parezco más a ti, físicamente, digo. Cuando me hacen alguna foto desprevenida y veo mi perfil es como... Dios, soy como ella!
Y me gusta, si a alguien me quiero parecer en esta vida es a ti.

T'estimo.

9 de enero de 2013

La tristeza es más fiable pero me gusta ser feliz


DC me manda hoy otro correo con sus buenos deseos para el año, recuerdos y besos.
Y otro enlace a youtube de otra bonita canción.

Teniendo en cuenta el precedente creo que ha establecido así nuestra nueva forma de comunicación...
Qué voy a decir! Es bonito que alguien se acuerde de mí de vez en cuando y me mande una canción.

Otra cosa por la que sonreír.

8 de enero de 2013

Maybe I like this rollercoaster, maybe it keeps me high


¿Cómo puede saber tanto de mí?
A veces me pregunto si soy demasiado estereotípica, como cuando alguien que sólo me conoce de forma "virtual" me explica cómo cree que soy y obtengo una descripción que, aunque no del todo, encaja más que bien.
Reconozco, me lo han hecho ver de un modo socarrón, que doy más información de la que creía en el blog, y eso juega a su favor... pero hay cosas que aquí no están.
Como esa idea que siempre he tenido y que definió prácticamente con las mismas palabras que he utilizado toda mi vida, que parezca confirmar y refutar información con tanta facilidad, que su comportamiento sea siempre el idóneo o roce a veces el límite como si viera claramente dónde lo defino -cuando ni yo misma lo sé- o la forma en que escoge las palabras clave...
En mi acceso de paranoia me pregunto si no me conocerá, sino sabrá todas esas cosas porque realmente las sabe.
Pero luego hay otros detalles, como que nos intercambiemos correos prácticamente a la vez, proponiendo casi lo mismo...
Llevo tiempo diciéndole que me da algo de miedo. ¿Cómo puede intuirme con tanto acierto? ¿Cómo consigue, por otro lado, que yo ceda con tanta facilidad?
Quizá el temor proceda del poder evocador de sus gestos, de su postura.
De la capacidad que está teniendo para liberar, poco a poco, a esa parte de mí que procuro mantener a buen recaudo. De la forma "segura" que ha encontrado de hacerlo, esa... estrategia aséptica que ha creado para mí, esa herramienta que me ha brindado.
En algunos momentos siento que me guía por su juego, haciéndome creer que tengo el control, pero que en realidad no lo poseo, porque soy obsesiva y no sé si una vez desarrollada por completo la adicción sería capaz de abandonarla...

7 de enero de 2013

No puedo hacer que mi vientre muerda mi lengua no muy cuerda.



Cosas que no deberían gustarme o, al menos, no tanto...

Pisar el acelerador
Los masajes
El chocolate
Esa sensación de vacío
Tú y Tú
Hacer regalos
Algunas canciones
Los niños, a veces
Rescatar lo irrescatable
Ese sueño que se repite
Verle desnudo
La cocacola zero o light
Fantasear
La nocturnidad
El frío
Ese cosquilleo en el estómago
Cierta melancolía
Mojarme cuando llueve
Ver cómo esos números bajan y ésos otros suben
Querer jugar, a veces, a ser la niña mala que no soy
La expectación, tener que (des)esperar por algo que quiero
Algunos halagos
Aquellas miradas cómplices
Esas palabras en sus bocas
Regodearme en sus recuerdos

6 de enero de 2013

Will it mean much to you if I treat you right?


¿Te importaría que... no sé, quisiera cuidar de ti?
No puedo amarte, eso no.
Pero puedo mimarte, con mis palabras, mis abrazos y mis caricias. Cerca o en la distancia.
Puedo quererte, muchísimo. Mi corazón sigue vivo, a su antigua manera y tiene mucho que dar.
También puedo dedicarte mi atención. Escuchar todo lo que quieras contarme, sin juzgarte, ser tu paño de lágrimas, divagar contigo sobre cualquier tema que se nos ocurra, reírme de tus bromas, escandalizarme según lo que me digas.
Puedo defenderte, si es necesario. Soy pacífica y tranquila, pero sabes cómo me pongo cuando tocan a alguien que me importa.
Puedo... llorar contigo, compartir tu pena, tus carencias, tus desencantos.
Interesarme por tus intereses que son tan variados y atrayentes. Ver las películas que te gustan, escuchar tu música y leer tus libros. Recomendarte los míos, por si te gustan.
Puedo decirte mil veces, siempre, lo maravilloso que eres por si a ti se te olvida. No dejarte caer en la apatía ni que olvides que eres realmente especial.

¿Porqué? me dirás. Pues porque sí. Porque puedo.
Porque no es fácil encontrar alguien que lo merezca y tú lo eres.
Así pues, ¿me dejarás?


5 de enero de 2013

Un baño con Nick Drake


Me sumerjo en el agua ardiente, está demasiado caliente, me duele pero me da igual.
Suena ese disco que me recomendaron, melódico, casi acústico.
Siento como el agua me quema relajando cada uno de mis tensos músculos y disfruto de la mezcla de dolor y distensión que se extiende por mi cuerpo.

Igual me pasa con la música, me abruma la tristeza de alguna de las melodías, me enternece sobremanera esa tierna melancolía que transmite el sonido. Sin mencionar las letras... algunas hablan de búsquedas, otras de amor, de pérdida, de opciones... Me inquietan y emocionan.

Suena Man in a shed y no puedo evitar sonreír ante esa melodía tierna, esa letra bonita, divertida. Me pregunto si el que me lo recomendó también sonreirá cuando la escucha, si se contagiara de su optimismo. Si se identificará con ese hombre en su cobertizo porque, la verdad, parece que hable de él.

La copa de vino, requisito indispensable para la audición, emana un olor tentador. Es un ribera del Duero, alguien me dijo no hace mucho que son buenos y decidí seguir su consejo.

Consumo Bryter Later y pongo Pink Moon, el primero que me recomendaron, el que yo también creo que es el mejor de Drake.
Con Place to be, las lágrimas ascienden desde el lugar donde se almacenan y ruedan por mis mejillas y sigo llorando con Wich will, como la primera vez que la escuché, pero no pasa nada. Son lágrimas buenas, de emoción, de las que me gusta derramar.

Know... Qué decir de ésta...

Know that I love you
know I don't care
know that I see you
know I'm not there.

No se me ocurre otra forma mejor de definir ese amor platónico que nos envuelve que con esas cuatro frases suyas.

Al cabo de un rato no sé si es el calor del vino o el del agua el que me reconforta, pero decido que ha sido una gran idea.
Nunca creí que el día en el que en mi bañera se mezclaran el agua hirviendo y mis lágrimas saladas, el líquido rojo que las fuera a acompañar fuera un buen tinto en lugar de mi sangre... Por lo visto, hay cosas que cambian.

4 de enero de 2013

They said that the world was built for two, only worth living ifsomebody is loving you, baby now you do...



The only exception - Paramore Esta canción es él.
Suelo tender más a las que hablan de desamor o de ese amor pasional, ciego, que ya no profeso y, por ese motivo, no me hacen pensar en él. Pero ésta...
A menudo, por mis neuras ciclotímicas, porque se me da mejor hablar de pena o tonterías que de lo bonito, o por el contexto general del blog, menosprecio aquí lo que él me da.
Siempre ando llorando por ese amor inocente, pleno, que te hace cometer locuras, por hombres de mi pasado o de mi presente ficticio. Por la poesía o las conversaciones abstractas a altas horas de la noche. Por esa actitud adolescente de "nosotros contra el mundo". Y parece que olvide lo que sí tengo.
Cuando la verdad es que si él hubiera sido como ese "hombre ideal" romántico, cariñoso, meloso, etc. hubiera huído despavorida.
Suena a tópico, pero él me da cosas que sé que ningún otro podría darme. El amor no son sólo palabras bonitas, miradas atontadas, mariposas en el estómago -todos sabemos que eso muere en no mucho tiempo- y, por ejemplo, ninguno, nunca, me hizo reír como él.
El amor es, por ejemplo...
que me cambie el trozo de pan que me da su madre porque el cuchillo tenía algo que a mí no me gusta
que me deje conducir su coche porque es un juguete que me vuelve loca
que se trague todas esas películas raras sin rechistar e incluso me las busque
que sepa decirme que no
que me haga reír en la cama
que entienda lo sagrados que son, a pesar de todo, mi hermano y mi padre
que me dé todas las olivas verdes de la ensaladilla rusa
que haya conseguido eso que ningún hombre consiguió antes que él
que busque cosas que a él en realidad no le gustan pero a mí sí, para sorprenderme
que me cure cuando me hago alguna heridita y me pongo como si tuviera dos años
que nunca, nunca, chille
que me traiga recortes del periódico sobre cualquier cosa que me pueda interesar
que no cuestione el funcionamiento de mi extraña familia
que me escuche incluso cuando me pongo monotema
que ponga una y otra vez esas canciones que adoro para oírme cantar
que podamos razonar incluso en aquello en lo que más discrepamos
que busque mi consejo
que aguante estoicamente mis rarezas, que no son pocas
que respete y no le moleste mi independencia
que sepa calmarme cuando me ataco de los nervios
que no me diga lo que quiero oír
que sepa cuándo tiene que ser protector y cuando me las puedo arreglar solita
que me deje tiempo para todas mis cosas, sin molestarse
que no trate de complacerme en cosas que sé que no le gustan
que sepa que hay cosas en las que cualquier opinión me da absolutamente igual y no se enfade
que me dé un beso siempre antes de irse aunque esté dormida y no me entere
que me cuente una y otra vez aquel chiste estúpido que me hace llorar de la risa
que podamos hablar de cualquier cosa, cualquiera, de mis gustos peculiares, de los hombres del blog, de ese actor o actriz que nos pone, de los compañeros/as que nos han tirado los trastos, de prácticas alternativas, incluso de nuestro hipotético final... sin enfadarnos, sin celos
que no tenga ni una miradita suspicaz cuando quedo a solas con Dani
que confíe plenamente en mí
que yo confíe plenamente en él

Él es el hombre al que yo puedo amar. Mi excepción.

3 de enero de 2013

Estupideces. Ad absurdo


Intentar rascarte la oreja cuando tienes el auricular puesto.
Actualizar el mail cada dos minutos, cuando sabes que no escribirá.
Querer aparentar que no te das por aludida con algo, cuando tu cara está pasando de rosada a bermellón.
Quedarte callada por miedo a decir lo que no debes cuando el silencio dice aún más que cualquier palabra.
Meter el dedo en el cristal de las gafas al ir a rascarte un ojo.
Buscar algo que tienes en la mano, en la cabeza o justo enfrente de ti.
Ver que el café humea pero aún así intentar bebértelo.
Entrar en una librería "sólo a mirar".
Enfadarte, si total, te va a durar dos minutos.
Beber agua justo cuando se ve venir que te harán reír.
Equivocarte de icono y abrir el programa que más tarda en cargar.
Decir automáticamente que no cuando te despierta el teléfono y te preguntan si estabas durmiendo.
No ir guardando el documento en el que trabajas y tener que empezar de nuevo.
Llamar a una persona cuando querías llamar a otra.
Sostener cosas en las dos manos, cuando deberías estar cogiéndote a la barra del autobús.
No saber decir que no y luego despotricar internamente porque te toman el pelo.
Acabar, en las reuniones de trabajo, junto al que va a hablar -y hacia el que todos mirarán- o en el punto donde recaerá la mirada del jefe que te pone.
Entrar a blogger y leer según a quién mientras cocinas.

2 de enero de 2013

Cuando lo que abunda en mí sólo es perplejidad, perplejidad de la que no doy crédito, perplejidad y duda son las que en el cuello me anudan


Ahora empiezo a entender lo que me decía Rorschach sobre la "presión mediática" del blog.
Y no quisiera ser malinterpretada, adoro que alguien se tome la molestia de leer mis tonterías y, aún más, de comentarlas o las conversaciones (léase comentario, mail, charla...) que suscitan.
Es... no sé, adquiere cierto sentido cuando alguien que te lee. Te sientes menos estúpida.
Pero esta era... es, mi vía de escape. El lugar donde vomito todas esas cosas que me molestan o que no puedo expresar en mi "vida real". Toda esa incompresión, la desidia que me provoca la realidad, el egoísmo, el mundo en el que vivimos. Mis miedos, deseos, locuras. Donde puedo decir lo que quiera. Hablar sin tapujos, de esos temas de los que no me atrevo con nadie más o decir esas cosas que jamás le diría a alguien, dejar los tabúes, pero...
¿Entonces qué pasa cuando es uno de vosotros el que me perturba?
¿Cómo... escribo sobre ello si sé que, lo diga como lo diga, te darás por aludido? Por mucha ambigüedad que quiera emplear, hay cosas que son lo que son. Quizá lo sepas sólo con leer esto...
¿Qué pasa entonces?

Ay F, al final te quemarás...

1 de enero de 2013

It's not the end of the world, it's just the start of me and you

 


Año nuevo. ¿Vida nueva? Noooo.
Aspiraciones, poco más.

Seguir intentando ser feliz.
Ignorar, en la medida de lo posible, mis neuras.
Sacar adelante mis obligaciones: trabajo y estudios (miento, quiero ser buena, no sólo salir del paso).
Liberar a mi monstruito, pese a quien pese, a ver si consigue lo que ambos queremos.
Seguir jugando. Podría quemarme pero es taaaaaaan divertido.
Aprender todo lo que pueda.
Poder discernir cuáles son mis obsesiones buenas y aniquilar a las malas.
Volver a hacer esas cosas que me dan vida (un viaje, un concierto...) y que sin trabajo no podía.
Y, tantas otras... Descubrir. Amar. Bailar. Intentar. Tocar. Tatuarme. Cuidar. Hablar. Sentir. Experimentar. Socializar. Compartir. Abrazar. Conocer. Dar. Avanzar. Exteriorizar. Mimar. Ayudar. Conseguir. Mejorar.

Mis mejores deseos.


Pequeños triunfos



Que una asocial como yo monte una fiesta en casa y la cosa acabe con él yéndose a trabajar a las 5.15 habiendo dormido apenas 3 horas, uno marchándose a las 6.45 y otros dos quedándose a dormir conmigo -nos vamos a la cama tal que ahora- es todo un éxito ¿no?

Muchas muchísimas risas, conversaciones sinceras y, por mi parte, como 4 mojitos después... Os deseo un muy Feliz Año!!