Llevo todo el día pensando en ti.
No es que normalmente no te piense, creo que no hay un solo día en que no pases por mi mente en uno u otro momento. Pero hoy estoy monotema, desde por la mañana.
Quizá soñé contigo y no lo sé, aunque creo que fue la película de ayer, las bonitas madres enfermas siempre meten un dedo en mi llaga.
Puede que sean las conversaciones del trabajo, poco a poco van queriendo saber de mí, no puedo dar largas eternamente y, cuando siempre hablas de tu padre, en singular, al final alguien pregunta "y tu madre?"
O las fiestas, recordatorio ineludible de que no estás. ¿Sabes? Me siento tontamente orgullosa este año. He pasado por ellas sin caer en la depresión periódica de tu ausencia. No me engaño, es porque estaba ocupada con otras cosas, pero es un logro, no? Es el primer año? Tú crees?
O el nacimiento M, el nuevo miembro de mi familia política. Sabes que cualquier hecho vital relevante me recuerda a ti. Sobretodo los nacimientos. Sé que, si algún día tengo uno me vas a faltar mucho, muchísimo. En qué otro momento puede, una mujer adulta, pedir por su mami?
Y, cuando mi niño crezca pensaré lo que pienso ahora de nuestro M, siempre que le veo, especialmente esos días en que está adorable pienso en ti. El tete y P le hablan de ti, sabe que tiene una yaya en el cielo aunque no tiene muy claro el concepto y me cuenta las cosas que sabe con la inocencia del niño que es.
Me encantaría creer como él que hay un cielo, que estás en algún lugar ahí arriba cuidando de nosotros, que perduras de algún modo, pero no puedo, aunque sea muy amargo.
Renegué ya por entonces de esa idea, de la religión de la familia del papá (tú eras creyente? Tengo recuerdos contradictorios y no me atrevo a preguntar...). Por eso me vuelvo mordaz en los entierros y tengo que morderme la lengua con fuerza, odio las condolencias, las frases hechas, el protocolo establecido, entiendo su función, pero... hay mucha gente que dice tantas tonterías (a mi suegra le dijeron, tras ver el cuerpo de su madre, que estaba muy guapa...) mecanismo de defensa, lo sé. Mucho me temo el día que llegue el de papá, a no ser que esté extrañamente entera puedo perder mi pátina de civismo.
Papá... alucinarías si le vieras ahora. Ha cambiado tanto... Sigue siendo muy suyo y pasando de los convencionalismos pero ayuda mucho al tete con el niño, le gusta que nos reunamos, es divertido y más cariñoso. Se ha convertido en un abuelito adorable. Ahora veo en él al hombre que te pudo enamorar.
El tete sigue como siempre. No sé cómo lo logra pero sigue siendo tan inocente, a pesar de los problemas, de cómo le ha tratado la vida... es increíble, no crees? Su mujer te habría encantado, lo sé porque yo la adoro -es más otra hermana que una cuñada- y el pequeño es maravilloso, súper inteligente, bondadoso, guapo (y no habla sólo mi amor de tía).
A veces se sorprenden de cómo soy con el papa y el tete, de cómo saco las uñas cuando les pasa algo... pero cómo no voy a ser así si tú no estás? Quién cuidaría de ellos? No, no, son demasiado bonachones, los dos, a pesar del genio de uno y del pronto del otro.
¿Cómo no voy a cuidar de papá que me lo ha dado todo que se sacrificó tantísimo por sacar adelante aquella niña pequeña?
¿Y el tete? Tengo grabado a fuego aquel día en que me dijo que yo era lo único que tenía, que sin mí estaba sólo en este mundo.
¿Sabes qué sorprende también a la gente? Que no seamos la estampa de familia monoparental de las películas americanas. No, nosotros no hicimos una piña, compartimos nuestra pena y nos mimamos un montón unos a otros. No, nosotros reprimimos nuestro dolor, cada uno se lo tragó como pudo y dejamos de hablar de ti (aún hoy nos cuesta hacerlo o no lo hacemos). ¿Sabes que nunca, ninguno de los dos, me vio llorarte?
Es duro no tenerte. Por absurdo que me parezca cada vez me duele más, es como si los años que paso sin ti fueran piedras que cada vez pesan más y más. Ya no lloro con sólo pensarte y puedo hablar de ti tranquilamente, pero... es como si la herida estuviera menos abierta pero se hiciera más profunda conforme pasa el tiempo, para que luego digan que lo cura todo...
A veces me pregunto qué pensarías de mí, de lo que he conseguido, de lo que me propongo... sé que hay cosas que te gustarían como el hombre al que he elegido, la vida que llevo, mi resolución, mi trabajo, el piso en el que vivo o mi larga melena. Uno de los recuerdos más bonitos que tengo de ti son las horas que te pasabas peinándome, desenredándolo, haciéndome aquellas largas trenzas que tanto te gustaban. El otro eran las tardes de verano sentadas al sol en la galería haciendo collares con macarrones y estrellitas de pasta.
No tengo muchos recuerdos de ti y eso me duele horrores pero sabes qué me mata? No recuerdo tu voz. Eso es simplemente horrible y cuando lo pienso es como si algo se me clavara dentro, muy dentro.
También recuerdo la última vez que te vi, cosas realmente feas de aquellos últimos meses, tu cadáver o que me dijiste que ibas a morir, fuiste la única que me dijo la verdad. ¿Cómo podías criarme tan niña y adulta a la vez? Intento a veces imaginar cómo debiste de sentirte tú entonces, dejándonos al tete y a mí con papá, a papá cargando de nosotros dos, y creo que sólo alcanzo a una parte infinitesimal de tu dolor.
No soy envidiosa, sólo hay una cosa que despierta a esa víbora que también vive en mi interior: ver a chicas de mi edad haciendo esas cosas que se hacen con mamá. Ir de tiendas, sentarse en el sofá abrazadas a ellas, esas conversaciones que sólo se pueden tener con una madre... Contigo podría no ser fuerte, contarte mis confidencias, mis deseos, tendría un hombro en el que llorar con tranquilidad, alguien a quien pedir ayuda y consejo. Podría haber sido una cría cuando tocaba. Cuando veo cómo algunas tratan a las suyas las abofetearía, pero ya, ya lo sé, no se valora lo que se tiene hasta que se pierde. Así que me callo.
No me gusta tampoco que la gente que no te conoció hable de ti, a veces creen que porque les he contado un par de anécdotas y han visto tres fotos ya saben algo de ti... Craso error.
Cada día me parezco más a ti, físicamente, digo. Cuando me hacen alguna foto desprevenida y veo mi perfil es como... Dios, soy como ella!
Y me gusta, si a alguien me quiero parecer en esta vida es a ti.
T'estimo.